Como concluimos en la anterior entrada de la serie, la implantación en 1869 de la libertad de imprenta marca un antes y un después en nuestra prensa: el periodismo invade las calles, donde cada vez más hay más lectores, gracias a la creciente alfabetización, ávidos de noticias del mundo. Las que más nos interesan, claro, son las que tienen que ver con una ciencia que, por esas mismas fechas, comienza su andadura en nuestro país: la paleontología de dinosaurios. Naturalmente, en esta época los dinosaurios aún no se habían asentado en el imaginario colectivo y a muchos redactores les parecían engendros formados con partes de animales que conocían. Respondiendo al interrogante que da título a esta entrada, la prensa finisecular decimonónica se convertirá en el lugar donde los lectores podrán encontrar los animales más fantásticos de los que podían haber oído hablar.
Pterodáctilo de Edouard Riou (1863)
El semanario La Ilustración Republicana y Federal (1871-1872, Madrid) contó con colaboradores como Francisco Pi y Margall o Emilio Castelar. El 12 de julio de 1872 publica un artículo sobre “El hombre prehistórico” que comienza con un somero repaso al origen de la vida, cuyas referencias mesozoicas no podemos dejar de reproducir:
“El mar, la tierra, los aires se pueblan de un enjambre de seres animados: el Pterodáctilo o murciélago gigantesco; el Itchiosauro (sic), precursor del delfín y el Plesiosauro, cuya raza se ha estinguido (sic), son los monarcas de los tres elementos. Otro esfuerzo de la naturaleza produce el Dinosauro (sic), cocodrilo terrible, y el Iguanodon, que ya no se arrastra, que se eleva en sus patas como el rinoceronte”.
La revista catalana El Porvenir publicó en 1877 “La Duda”, de L. Pons Dalmau, título que hace referencia al principio de organización de los seres vivos, que sólo despejará el desarrollo del microscopio; en la
entrega de mayo hace un recorrido por la historia de la Tierra, con algunos comentarios sobre la fauna del Mesozoico. La Voz del Pirineo reeditó este artículo en enero de 1880.
En el extenso artículo (pp.129-147) de la prestigiosa Revista contemporánea (1875-1907, Madrid), dirigida por José del Perojo, “Desarrollo histórico-paleontológico del mundo animal” (septiembre de 1878), O. Schmidt nos narra la evolución de la vida y, de paso por el Mesozoico, nos habla de Ictiosaurio, Plesiosaurio, Pterodáctilo o Arqueopteryx. En 1886, R. Álvarez Serbix publica una reseña de Le monde
avant la création de l’homme, publicada ese mismo año en París por Camille Flammarion; en su repaso, hace mención a diversa fauna del jurásico, pasando de puntillas por otros periodos mesozoicos.
Huxley c.1883
En 1889, Revista contemporánea publica la segunda parte de “Origen y desarrollo de la vida en el globo” del marqués de Nadaillac. En noviembre de 1896 publica la más breve (seis páginas) reseña “Un libro notable”, sobre el Essai de Paléontologie philosophique, de Jean Albert Gaudry, mencionando a otros vertebrados de la era secundaria, como Mosasaurio, Iguanodon o Atlantosaurio, único del que se da
algún dato (que medía 24 metros de longitud). Y en agosto de 1897 repasa el trabajo de Thomas Henry Huxley, “el bulldog de Darwin” quien, buscando el eslabón entre los reptiles y las aves, encontró más similitudes en el iguanodón que en el pterosaurio, donde hay analogía de funciones pero no semejanza de órganos.
Juan Vilanova, cuando no llegaba a los treinta (1850)
Revista Europea (1874-1880, Madrid) transcribió las conferencias de Juan Vilanova en el Ateneo sobre ciencia prehistórica. El 30 de abril de 1876 le toca el turno a “La doctrina de Darwin”, en la que puso a los saurios mesozoicos como ejemplo de evolución. En 1879, la revista publica la traducción que Claudio Cuveiro hizo de la “Historia del reino animal” de E. Haeckel, que sistematiza a los reptiles mesozoicos en diferentes órdenes: tocosaurios, pterosaurios, dinosaurios o “Pachypoda” [1] (Megalosaurus, Pelorosaurus, Iguanodon) o anomodontes (reptiles avianos como Compsognathus); fuera de la clase de los reptiles, estarían las aves como Arqueopteryx, los halisaurios (simosaurios, ictiosaurios y plesiosaurios) o los laberintodontes.
El Mundo Ilustrado (1879-1883, Espasa, Barcelona) Con el subtítulo “biblioteca de las familias: historia, viajes, ciencia, artes, literatura”, era una colección por fascículos de 32 páginas encuadernables en tomos de 24 números con excelentes ilustraciones, algunas a toda e incluso doble página y de forma desplegable, así como láminas cromo-litografiadas.
El Mundo Ilustrado (1879)
En la entrega de la serie “El mar, su pobladores, sus dominios, sus tesoros y maravillas”, de Santiago A. Saura, correspondiente al tercer número de la revista, el autor nos habla de los saurios marinos mesozoicos (y alguno terrestre o volador) y concluye que se extinguieron presas del canibalismo al escasear la comida. En “Una excursión en busca de fósiles”, publicado en el número 26 (noviembre de 1879) por E. Bertrán, se produce un supuesto hallazgo paleontológico en una cueva y, tras plantearse si podrían ser fósiles de plesiosaurio o megalosaurio, los protagonistas concluyen que son huesos de burro.
El Viagero Ilustrado Hispano-Americano (1879-1880, Barcelona), de Leopoldo Bremón, estaba especializada en viajes. En el número 9 (septiembre de 1879), Manuel Diz y Bercedonis publicó “La navegación submarina”, en el que compara los combates bélicos marinos con los que pudieron entablar en su día el ictiosaurio y el plesiosaurio.
Ilustración de Eduard Riou para Chatterbox Magazine (1880)
La Nochevieja de 1882, el semanario satírico El Motín (1881-1926, Madrid), de José Nakens, incluyó en una columna el siguiente apunte: “En el territorio de Dokoca (Estados Unidos) se ha desenterrado el esqueleto de un gigantesco reptil dinosaurio, de 35 pies de largo. La calavera pesa 694 libras y todo el esquelo 1.900 ¿Y se admiran de eso los americanos? Que vengan a España, y verán reptiles mayores en el campo
de la política [2]”.
La “revista científica, literaria, artística, de intereses y noticias locales y generales” de Toledo El Nuevo Ateneo publicó el 15 de mayo de 1879 el ensayo filosófico de D. Lago “Crecimiento de la materia”, donde leemos: “El Plesiosaurio, primer animal que dejó su habitación acuática, tiene tronco de ballena, cuello de pájaro y cola de aligador. El Ictiosaurio, contemporáneo de aquél, tiene cuerpo de delfín, cabeza de cocodrilo y cola de pez, probándonos que la especie se sucedió en época determinada.” En octubre de 1882, el “periódico político” de Palma de Mallorca La Opinión publicó “La geología de doscientas líneas”, un resumen de la historia del planeta con un breve paso por el Mesozoico, que reeditó La Ilustración (1880-1890, Barcelona) el 9 de septiembre de 1883. El 15 de agosto de 1883, el diario fuerista de Pamplona Lau-Buru publicó “Un fenómeno”, dando noticia de la exposición en el Museo de Bruselas de Iguanodon bernissartensis, al que describe de este modo tan singular: “Tiene cuerpo de ave con una altura de cinco metros, cuatro patas, las dos delanteras cortas y replegadas contra el pecho como las del canguro; cuello de jirafa, cabeza de camello y una enorme cola de lagarto.”
Natural History Museum de Londres (la estatua del primer plano a la izda.es de Owen)
En septiembre de 1883, Salvador Calderón publicó en Revista de España (1868-1894, Madrid) la entrega dedicada a la paleontología en su serie “Organización y arreglo de los museos de historia natural”, en la que describe las joyas mesozoicas de los museos de Londres (incluidos el estegosáurido Omosaurus o el tireóforo Acanthopholis, sendos nomen dubium) o Munich (Dinosaurus brotezeum o
Rhinoceros trichorhinus -¿es éste el antecesor de Rinoceros tricornio?), entre otros.
La Ilustración Artística (1882-1916, Montaner y Simón, Barcelona) contenía vanguardistas imágenes y contó la colaboración de Emilia Pardo Bazán, Emilia Serrano de Wilson, Emilio Castelar, Francisco Giner de los Rios, Leopoldo Alas “Clarín”, Francisco Pi y Margall, Benito Pérez Galdós o Manuel Ossorio.
En 1884 publica esta excelente ilustración del Iguanodon del Museo de Bruselas. El 27 de febrero de 1888, una reseña ilustrada tomada del periódico La Nature sobre el lagarto cornudo, del que se nos dice que “recuerda mucho por su forma aquellos enormes reptiles fósiles Donosaurios (sic) conocidos con el nombre de Iguanodón”.
El sábado 3 de mayo de 1890, la salmantina El Fomento: revista de intereses sociales (1881) publicó la segunda parte del artículo “Los animales monstruos de las épocas geológicas”, donde Rafael Rubio se ocupa de
las bestias mesozoicas.
Aunque la publicación periódica más antigua de España es la Gaceta de Madrid (1697-1936) [3], el Diario oficial de avisos de Madrid (1847-1917) es considerado heredero del primer diario de España, el Diario de Madrid (1788-1814) [4].
En la entrega del 5 de diciembre de 1891, una columna daba noticia del regreso de una expedición a las “Montañas Roquizas” que había hallado restos de Atlantosaurio, Brontosaurio y Estegosaurio.
Dollo montando el primer Iguanodon, en 1882
Tras la desaparición del periódico El Progreso (1881), el Partido Republicano Progresista de Manuel Ruiz Zorrilla impulsa El País (1887-1921, Madrid), con gran éxito como diario popular y anticlerical durante la Regencia de doña María Cristina, alcanzando al comienzo del nuevo siglo su máxima difusión y convirtiéndose en el gran diario republicano madrileño. El número del 3 de agosto de 1891 incluye una pequeña columna sobre los iguanodontes de Bernissart, que se acababan de instalar en el Museo de Ciencias Naturales de Bruselas. Nos ha resultado simpática la narración de los hallazgos paleontológicos sobre esta criatura y sus primeras reconstrucciones:
“Más tarde, también en Inglaterra se hallaron nuevos restos, con los cuales los naturalistas hicieron alarde de su imaginación reconstructiva. En los museos ingleses aparecieron entonces unos cocodrilos fantásticos, provistos de un cuerno encima de la nariz como los rinocerontes –cuerno que ha resultado ser sencillamente el quinto dedo en forma de espolón, que poseía el animal en las patas delanteras. Los buenos de los ingleses que se hallaron con aquel espolón se lo plantaron bonitamente en el pico”.
Otro diario republicano madrileño, La Justicia (1888-1897) publicó el 9 de junio de 1889 el artículo de Antonio Machado y Núñez (abuelo del poeta) “Paralelismo paleontológico de la Filogenia y Ontogenia”, en el que da cuenta de los restos de extinguidos organismos que ofrecen las rocas cretáceas.
Antonio Machado Núñez
El 16 de febrero de 1872, La Correspondencia de España (1859-1925, Madrid) comunicó las últimas adquisiciones de Juan Vilanova para el Gabinete de Historia Natural (el Museo de Ciencias Naturales, vaya): un teleosaurio y una ictiosauria alemana embarazada. Esta noticia fue reeditada al día siguiente por el diario liberal La Iberia (1854-1898, Madrid) de Pedro Calvo Asensio –que el 18 de agosto de 1894 reeditó “El genésis inorgánico”, en torno a los fósiles, aparecido en El País el 2 de julio-, tres días después por La Época (1849-1936, Madrid) y el día 22 por La Nación (1849-1873) o La Regeneración (1860-1873). El diario liberal El Constitucional (1871-1887, Alicante) se hizo eco de la noticia el 28 de septiembre de 1875. En octubre de 1887, este diario publicó por entregas “Las maravillas del mundo antediluviano”
de Gastón Tissandier.
En enero de 1893, Eugenio García Gonzalo publicó la segunda parte de su artículo “Edades de la Tierra” en La Ilustración Nacional: Revista literaria, científica y artística (1886-1901, Madrid), donde da un repaso al Mesozoico.
En febrero de 1875, la sevillana El Espiritismo continúa con su serie “Bosquejo geológico de la Tierra” con el capítulo “Periodo Secundario”, en el que describe la fauna conocida, como el iguanodonte, tan similar a la iguana que “no se diferenciaba sino en la magnitud”, que rondaba “de veinte a veinticinco metros”. En su almanaque del año anterior había dado cuenta ya de esa fauna en el artículo de Arnaldo Mateos “La vida en éste y en los otros mundos”.
En febrero de 1894, en el “semanario espiritista” La luz del porvenir (1879-1894, Barcelona), Amalia Torres de Maresma dedicó un artículo a Badalona en el que, inspirada por el océano, hace un comprimido recorrido por la historia del planeta –incluido el Mesozoico- y del hombre. En junio de 1896, otro “semanario espiritista”, La Revelación (1872-, Alicante), publica “La comunicación de los espíritus”, donde plantea que los extintos animales mesozoicos debieron tener “un fin útil en los designios divinos” y trata de extraer una lección espiritual de ello.
El 6 de abril de 1881, El Heraldo de Castilla (1880-1881, Burgos) transcribió la conferencia sobre “La Creación” dada en el Liceo el 15 de marzo por Valentín Díez de Lastra, en la que hubo mención de alguna fauna mesozoica. Las Regiones (1887-1890, Madrid) habló de la fauna mesozoica en sus artículos “Orígenes del hombre” (1887) y “Primitivos seres humanos” (Antonio María Flores, 1889).
Gaudry
Pi y Margall fundó El Nuevo Régimen (1891-1927, Madrid), “semanario federal” cuya entrega del 21 de noviembre del año de su debut da noticia de un congreso internacional de paleontología celebrado en Washington, que concluyó con una excursión a las Rocosas. Uno de los asistentes, el paleontólogo francés M. Albert Gaudry, habría conseguido ilustraciones del propio Marsh. El artículo menciona a los jurásicos Brontosaurus, Atlantosaurus o Stegosaurus o el cretácico Triceratops. La España Artística (1888-1893, Madrid) era una revista especializada en teatro, pero también incluía noticias
y artículos de interés general, como “La Tierra antigua”, de Pedro Ribera, cuyo décimo capítulo (publicado el 12 de noviembre de 1892) estaba dedicado a los “Monstruos antediluvianos”.
Elasmosaurio de Charles Knight (1897)
El 10 de enero de 1894, bajo el titular “Ecos todas partes”, una columna de El Heraldo de Madrid (1890-1939) daba cuenta del hallazgo de un esqueleto de plesiosaurio en Holzmaden. Esta reseña fue reproducida, palabra por palabra, en el número de marzo de La Escuela Moderna (1892-1934, Madrid), donde Lucas Fernández Navarro publicó “Los animales desaparecidos” en marzo del siguiente año; fue reeditado en 1905. El 1 de diciembre de 1909, en “Omnipotencia de la educación”, de Serafín Baudín Agüero, leemos “La formación de las montañas motivó la transformación de algunos reptiles en aves, como el terodáctilo [sic] (lagartija alada), primer pájaro, y luego el archeopterix, provisto ya de plumas y más perfeccionado”.
La Reforma (1898-1899, Madrid) era un diario radical militar burgués de tendencia conservadora de cuatro páginas a cinco columnas, de carácter noticioso y político y en las que incluyó chistes y humor gráfico y
otros retratos y caricaturas de personajes de la época. En la entrega del 6 de abril de 1899 hay una breve reseña sobre un hallazgo paleontológico, reproducida tal cual el día 13 en El Correo Militar:
“Atrae la atención de las gentes, en las nuevas galerías del Museo de Historia Natural del Jardín de Plantas de Paris, el gigantesco esqueleto fósil del Mammouth, y sin embargo, este colosal antediluviano no es más que un pigmeo al lado del monstruo, cuya hosamenta (sic) se ha encontrado recientemente en América en una de las regiones menos conocidas del Colorado. Ningún animal de los vivientes o de cuantos se han encontrado hasta ahora en estado fósil puede compararse con esto dinosaurio gigante cuya longitud era de 40 metros y la altura de ocho en la cruz y 11 en las ancas. Su cavidad abdominal medía 10 metros de longitud por 6 metros 30 centímetros de anchura. El peso total del esqueleto era de 40.000 kilos, y el peso de uno solo de sus huesos, aún eligiéndole entre los más pequeños, era tal, que a duras penas podría levantarle un hombre. Este prodigioso ejemplar de la fauna cuaternaria, era, según indica su nombre, un saurio; es decir, un animal de la familia de los lagartos. Su restauración, dirigida por el profesor Reed [5], se ha aplazado hasta el invierno. Ahora ocurre preguntar, ¿en qué sala de Museo podrá instalarse una curiosidad científica de tales dimensiones?”.
Reed, metido en harina (1899)
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[1] Denominación en la clasificación de Mayer, previa a la introducción del orden Dinosauria por Owen.
[2] Ignoramos a qué territorio refiere Dokoca (¿Dakota?), los 35 pies equivalen a diez metros y medio, las 694 libras a 315 kilos y las 1.900 libras a 862 kilos (naturalmente, los fósiles son rocas mucho más pesadas que los huesos que los originaron).
[3] Aparecida en 1661 como Relación o Gaceta de algunos casos particulares, así políticos como militares, sucedidos en la mayor parte del mundo hasta fin de 1660 y transformada desde la Guerra Civil en el Boletín Oficial del Estado.
[4] Nacido en 1758 como Diario Noticioso, Curioso, Erudito y Comercial, Político y Económico.
[5] Suponemos que se refiere al antiguo colaborador de Marsh, William Harlow Reed, que en 1898 descubrió los restos casi completos de un brontosaurio en Como
Bluff. Reed no tenía educación formal como paleontólogo, ejerciendo de cazador de fósiles como aficionado. Las dimensiones del bicho, en todo caso, están algo infladas: Brontosaurus podría alcanzar los 22 metros y 15 toneladas.
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