lunes, 23 de mayo de 2022

La Voz del Mesozoico (III): Hijos del 98

Los últimos años del siglo XIX se produce un auge de la prensa norteamericana, que potencia las tiras de cómic para captar a los inmigrantes que tienen problemas con el inglés, gracias a sus elocuentes dibujos. El dueño del amarillista [1] New York Journal, hizo honor a su lema “Hago noticias” alimentando la tensión diplomática en Cuba para vender periódicos y, cuando el Maine explotó, acusó a España de sabotaje, forzando a McKinley a declarar la guerra. La expansión imperialista norteamericana comienza aquí.

Paralelamente, este hecho marca una profunda crisis política y social en España, que cristalizó a nivel intelectual y literario en la “Generación del 98”. Al tiempo, la expansión de la prensa del último cuarto de siglo, se suma ahora a los avances educativos (hasta 1900, el porcentaje de población alfabetizada era inferior a un tercio) y ya podemos hablar de la “popularidad” del medio, que dejará de ser un reducto de suscriptores burgueses para vocearse en la calle.

En los números de 17 y 24 de marzo de 1900 de la breve Mar y Tierra (1900-1901, Barcelona), que mezcla divulgación y literatura, se publicaron las dos entregas del artículo “Los monstruos antediluvianos”, firmado por un tal “Doctor Kloch”, que acompañan grabados de “J. Vehil” que reproducían ilustraciones que el paleoartista Charles Knight realizó para el Museo Americano de Historia Natural, así como para el artículo de William A. Bayou “Strange Creatures from the Past”, publicado en el nº1 del volumen 55 (1897) de la revista The Century Magazine. Como sabemos, hoy Laelaps se considera sinónimo de Driptosaurus, Agathaumas es otro nomen dubium que, posiblemente, refiera a Triceratops. Por otra parte, el “Dimedrodon” es obviamente una mera errata mientras el “Dinosaurio” es el saurópodo que aparece en el artículo de Bayou como Amphicoelias y se ha planteado que, en realidad sea un sinónimo de Camarasaurus. Esta denominación tan específica, que se debería a haberse quedado el Dr. Kloch con el título del pie de ilustración (“El dinosaurio anfibio”), sin profundizar más en el texto, se perpetuará en nuestros cómics, donde el “Dinosaurio” se consagrará como una especie diferenciada. El 16 de noviembre, la revista publica un nuevo artículo sobre los “Fósiles antidiluvianos”, centrado en Ichthyosaurus y Plesiosaurus.

El Noticiero de Soria publicó la sección “Bosquejo geológico de Soria”, donde apareció puntualmente fauna habitual de la época mesozoica (28 de marzo ó 14 de abril de 1900, 20 de mayo de 1911...). El 26 de julio de 1902, La Verdad (Tortosa) dio a conocer algunos “Monstruos antiluvianos (sic)”, como Laelaps aquilungis, el stegosauro, el mosauro (sic) o el elasmosauro, con grabados fusilados de los dibujos de Charles Knight.

El diario mallorquín La Tarde, dio noticia el 10 de agosto de 1903 de “Una máquina para volar” que habría inventado el pionero de la aviación Samuel Pierpoint Langley inspirado en las alas del pterodáctilo... Y el 11 de junio de 1904, El Magisterio Balear (1873-1936) incluyó una breve reseña sobre “La edad secundaria” donde aparece, entre otros, “Un animal fantástico el pterodáctilo nada como un pez y vuela como un murciélago”; fue reeditado en La Velocidad el 1 de marzo de 1923. El 5 de febrero de 1913, El Magisterio Balear dio cuenta de más fauna mesozoica en un artículo titulado genéricamente “Geología”.

La Ilustración Obrera (1904-1907) entendió las posibilidades de la prensa y nació con el objetivo de atajar la incultura popular, contando entre sus colaboradores con Unamuno, Joaquín Costa, Pablo Iglesias o Adolfo Álvarez Buylla (padre del cómic con dinosauroides Diego Valor), y entre sus ilustradores destacaremos a Ricardo Opisso, que dibujó algunos dinosaurios en el TBO. El 20 de febrero de 1904 ofreció a sus lectores un breve apunte (algo menos de media página) sobre los “Monstruos prehistóricos”, que acompañó con la ilustración del esqueleto de un brontosaurio.

El 9 de julio de 1904, La Voz de Alicante (1904-1917) llevó en portada, bajo el titular “Diario de un reporter” la aventura del Whales Sound, un barco perteneciente al Peary Artic Club, con el que dirigieron una expedición al polo Glubber y Harton, naufragando en una isla donde supuestamente encontraron un ictiosaurio vivo, al que los marineros dieron muerte. Muy apropiadamente, el artículo termina “Y colorín colorado...”

En la Revista de Aragón (1900-1905) de octubre de 1904, C. Navarro Lamarca publicó “Revista antropológica”, donde nos cuenta la leyenda de los pueblos Kukis sobre el origen del mundo: “En el principio estaba la faz del universo cubierta por océano vastísimo, tan sólo habitado por un gusano gigantesco. Un día el Creador dejó caer sobre el reptil un pedazo de arcilla diciendo: ‘Con esto pienso hacer un mundo y sus habitantes’ Agitó incrédulo el gusano sus gigantescos anillos, lanzó una carcajada ictiosaúrica y exclamó: Bah!... (no sé si hablaban así los reptiles pliocenos). Absurdo!... Mira como me lo trago; y sin más ambages abrió sus prehistóricas fauces e hizo desaparecer en su fondo el pedazo de barro. Sonrió Jehovah ante la incredulidad del serpentón soberbio, que en el punto y hora en que tragó la arcilla retorciose en convulsiones titánicas. Desgarrose en ellas su viscosa epidermis, brotó otra vez el pedazo de barro y empezó a extenderse, a extenderse, y formó el mundo, y su flora, y su fauna, y su monarca el hombre, en cuyo rostro el Creador complacido, infundió soplo de vida. El rabioso ictiosauro, echando espumarajos de rabia, sepultose para siempre en no sé cuál de las tenebrosas simas que formó la primitiva materia al desarrollarse en sus estratos geológicos”.

Fundado por el Conde de Romanones, Diario Universal (1903-1934/38, Madrid) estaba vinculado al Partido Liberal. El viernes 3 de agosto de 1906 dedicó parte de su portada a “El Instituto Carnegie de Pittsburgo” y, por supuesto, menciona el Diplodocus adquirido por el museo del “rey del acero”. El miércoles 24 de febrero de 1909 da noticia del último hallazgo fósil (un pez) de Samuel Williston, jefe del Departamento de Paleontología de la Universidad de Chicago, cuyo mosasaurio exhibe el museo de Walker. En el número del martes 20 de febrero de 1912, Juan Téllez y López elucubra sobre la posibilidad de la existencia de vida en otros planetas de nuestro Sistema Solar, entrando por completo en el terreno de la ciencia-ficción al afirmar que “Venus, como planeta más moderno, debe encontrarse en un periodo análogo al secundario terrestre. La fauna se caracterizará, pues, por grandes anfibios y reptiles, ictiosaurios y plesiosaurios”.

El 16 de junio de 1921, Jesús de Aragón publica “La aparición de la vida sobre la Tierra”, en el que aclara que los primeros seres vivos no fueron “colosales iguanodontes” o “indescriptibles plesiosaurios” sino protozoos. Una pequeña reseña del diario del 31 de mayo de 1924 informa que en una cantera de cemento de Sainte Colombre se han descubierto restos de Ictiosaurio; el mismo día dio la noticia La Época, el 1 de junio El Debate o La Libertad y el día 2, La Noche. El diario utilizó también alegorías y símiles paleontológicos. Una alarmista columna de 16 de abril de 1925 informa de los atropellos a animales en Iowa y avisa que, de seguir la tendencia, “El perro, el gato, la gallina, pasarán a la categoría del ‘diplodocus’, y se mostrarán en los museos como bichos del año 1925”. El 25 de febrero de 1933, se reproducen las palabras del diputado Cordero Bell tras los sucesos de Casas Viejas, refiriéndose a “el ministro de la Gobernación, que tiene la epidermis política de un dinosaurio antediluviano”.

El 25 de marzo de 1907, en su “Crónica científica” para El Imparcial, Vicente Vera nos habla de la vista del icitiosaurio; en la del 3 de junio da cuenta del descubrimiento del Naosaurio –Edaphosaurus- (y menciona la “torpeza” del Diplodocus y el Brontosaurio), y en la del 4 de abril de 1910 nos ofrece una extensa relación de especies dinosauriana, incluyendo a Labrosaurus y Creosaurus, ambos considerados hoy sinónimos de Allosaurus, o el metriorrínquido Dakosaurus. El semanario La Actualidad (1906-1911, Barcelona) ofrecía todo tipo de información (sucesos, política, sociedad, arte, ciencia...), así como caricaturas, chistes y tiras cómicas. Se difundió por España y América (La Habana, Buenos Aires o Nueva York). El 25 de octubre de 1907 Luis Lambert firma un artículo en que presenta al sinápsido Neosaurus (similar al Dimetrodón) y el 27 de diciembre del mismo año J. P. Lafitte publica otro sobre los “Animales fósiles de América”.

El 27 de mayo de 1907, el valenciano Las Provincias (1866) informó brevemente que “Un naturalista ha regalado al museo de Franckfort el esqueleto de un diplodoco” y facilitaba las dimensiones del bicho; lo reeditó El Bien Público (Mahón) el 14 de junio. El 4 de octubre de 1908 publicó el artículo “Animales prehistóricos”, que acompañó con una ilustración comparativa entre Brotosaurio (sic) y Diplodocus. Ignoramos el autor del dibujo aunque, obviamente, no se trataba de un verdadero paleoartista. Fue reeditado el 30 de junio de 1919, por El Eco de Santiago como “La fauna antediluviana”. El 13 de septiembre de 1912, Vicente García Donato publicó en Las Provincias una reseña sobre el jardín zoológico de Hamburgo, incluido su parque de estatuas dinosaurianas, obra de Pallenberg.

El 29 de abril de 1908, en su columna “Ecos del Mundo”, el Diario de Córdoba intentaba divulgar una ciencia desconocida llamada “Pahontología”, a cuentas del dinosaurio carnívoro y “ágil en el salto” que acababa de exponerse atacando a un brontosauro en el Museo de Historia Natural de New-York reconstruido por el profesor Mr. Osborn. Esta noticia fue reeditada el 25 de septiembre de 1918 en el Diario de Tortosa y al día siguiente en El Noticiero de Cáceres. El 2 de mayo de 1918, Diario de Córdoba publicó una columna titulada “Monstruos prehistóricos” en la que da a conocer a Tyrannosaurus rex, descubierto por Barnum Brown y para cuya reconstrucción en grupo se está habilitando una nueva ala en el Museo de Historia Natural de Nueva York; el 10 de junio fue reeditada como “El Tyrannosaurus rex” por El Noticiero de Cáceres. A finales de 1908, El Diario de Reus reprodujo en varias entregas el discurso de Melchor de Palau en su ingreso en la Real Academia de la Lengua. En el fragmento ofrecido el 27 de noviembre podemos leer: “El monstruo de Horacio, el que San Jorge pisotea en la leyenda de mi patria, no son tan temerosos como el Plesiosaurio y el Diplodocus del terreno jurásico, porque carecen de la euritmia de la Verdad, que hizo exclamar a Cuvier en un momento de entusiasmo: ‘Dadme un hueso cualquiera de un animal fósil y lo reconstituiré por entero’”.

Onelli y sus hombres, dispuestos para partir a la caza del plesiosaurio

El 15 de diciembre de 1908, La Región (Guadalajara) informa que ha aparecido “Un rival del ‘diplodocus’”, el ‘gigantasaurus magnus’, descubierto en el África germana por el profesor (Eberhard) Fraas. El 19 de enero de 1909, Revista Cántabra recoge esta noticia, aunque rebautiza a la especie como ‘gigantosaurus augustus africanos’ y al paleontólogo como profesor ‘Fransner’, y concluye: “Mucho nombre es; mas para un bichejo que suponen necesitara en su tiempo 387 kilogramos de yerba diarios para vivir, no me parece mucho nombre”. Y hablado de la prensa cántabra, allá por 1908 El Cantábrico se hizo eco de la noticia del Winnipeg Telegram sobre el hallazgo de “Una bestia apocalíptica” descomunal que desbancaría al iguanodón o el diplodocus; ya vimos como La Atalaya lloró la muerte de Carnegie; y el 5 de abril de 1922, El Pueblo Cántabro publicó “Rugidos en la noche”, informando de la expedición que el doctor Onelli, director del Zoo de Buenos Aires, estaría organizando a la Patagonia, donde ha sido supuestamente avistado vivo un plesiosaurio en los grandes lagos de San Martín y Viedma. Esta “noticia” fue reproducida en el tinerfeño El Progreso el 12 de abril.

La revista mensual Hojas Selectas (1902-1921, Pablo Salvat, Barcelona) alcanzaba el centenar de páginas y era encuadernable por años (con índices y reiniciando la numeración en el siguiente). Incluía artículos políticos, literarios, culturales y científicos de todo tipo profusamente ilustrados por autores como el dibujante de cómics Apeles Mestres.

"Dinosaurio tricornio"

El número 73 (1908), aparte de un interesante artículo de divulgación paleontológica, incluía esta lámina del “Trikerátopo” o “Dinosaurio tricornio”, que nos lleva a rectificar nuestra afirmación (tanto en la charla del “Dinosaurio” del pasado 24 de marzo como en nuestra entrada sobre el autor) de que Pertegás había tomado dicho nombre de un cromo de la casa “Chocolates Díaz” de Alcañiz. Si bien esta estampa podría ser previa al dibujo de Ultus, rey de la selva (1943), la imagen del cromo no se parece a la de la lámina, en la que la viñeta del cómic está claramente basada (obsérvese que Pertegás realiza algunas leves variaciones tanto en el fondo como en la posición de las patas).

En 1913, Hojas Selectas publica unas “Páginas del reino de los animales” en las que repasa también algunos fósiles mesozoicos (tricerátopo, diplodoco). En 1921, presenta otro despistado artículo paleontológico ilustrado con la fotografía del esqueleto de un ceratópsido “que según afirman quienes no lo vieron, pero que saben cuánto ocurrió en pretéritas edades, andaba tan campante por la tierra hace la friolera de tres millones de años. No aseguramos si en este cómputo habrán puesto los paleontólogos algún cero demás (sic), y en esto cabrían apasionadas discusiones entre los defensores acérrimos de la cronología bíblica y los geólogos, que asignan a la vida millones de siglos de fecha, como si hubiesen asistido a su bautizo de fuego al salir de manos del Creador”. Éste era el nivel. Y ése mismo 1921, la revista nos obsequia con otras de sus creaciones, el “Tiranosauro regio” y los “trilobitas”, en un artículo donde Jacobo Boyer nos explica los entresijos del embalaje y transporte de fósiles.

El "Tiranosaurio regio"

En la entrega del 10 de agosto de 1909 del “Tratado de musicoterapia” de Francisco Vidal y Careta para La Ciudad Lineal (1897-1932), reflexiona sobre “La Era de los reptiles”, que debería llamarse “La Era de los saurios”, saurios que debieron animar el planeta en lo que a la producción de sonidos se refiere.

El 23 de diciembre de 1912, aparece en La Correspondencia de España “El liberal”, de Antonio Zozaya, que comienza: “Colocado el hombre en el Paraíso, inventó la palabra. Entonces surgió la primera injuria. El lenguaje, o no sirve para nada o es medio de expresar las ideas, ¿Y era posible que las ideas agraviaran al ictiosaurio o al mastodonte?”, y tras alguna otra referencia mesozoica concluye, en torno a la libertad de prensa “En realidad, se la persigue en nombre de los intereses creados; es decir, en nombre de los colmillos del ictiosaurio y de los colmillos del mamut.” En la portada del número del jueves 13 de marzo de 1913 apareció el artículo “El Triceratopo. Un monstruo antediluviano”, dando cuenta del cráneo llegado al Museo de Historia Natural de París procedente de las Montañas Rocosas. En la descripción del bicho, el redactor parece estar pensando en el guión de un cómic fantástico: “estaba cubierto por una epidermis espesa, con escamas espinosas durísimas, difíciles de ser atravesadas aún por los proyectiles actuales” y “Muchas de nuestras casas no hubieran podido resistir a sus asaltos”. Esta noticia se reeditó en El Diario de Tortosa dos días después y en el cubano Diario de la Marina el 16 de abril.

Rhyncosaurus

La Liga Marítima Española, grupo de presión de los industriales navieros formado a raíz del desastre de Cuba, editaba La Vida Marítima (1902-1934, Madrid), que el 20 de septiembre de 1910 incluyó el artículo “Monstruos prehistóricos” que se ocupó de los saurios marinos del Mesozoico, como Plesiosaurus dolichodeurus o Tylosaurus, pero también de otros, como Pterodactyl (sic), Dinosaurus (¿Amphicoelias?), Rhyncosaurus (saurópsido del Triásico), Mastodonsaurus (anfibio triásico), Hyperodapedón (reptil rincosaurio del Triásico) o Telespeton, al cual no hemos conseguido localizar. El 30 de diciembre de 1923, La Vida Marítima publicó el artículo “Descubrimientos paleontológicos en el desierto del Gobi”, dando cuenta del periplo de “Enrique Fairfield Osborn” y “Mr. Roy Chapenan Andrews” y el hallazgo de Protoceratops.

El 26 de abril de 1917, El Salmantino dio noticia de que “En las excavaciones que se están haciendo actualmente en la calle de Meléndez, aparecen ejemplares interesantísimos de remotísimas edades (...) Se duda si el esqueleto hallado es de un megalosauro, aunque los ancianos aseguran haber visto por allí a un gato muerto...” (aquí nos quieren dar gato por megalosaurio). Mi Revista (1911-1921, José Gallach –luego fusionado con Calpe-, Barcelona). De carácter enciclopédico e ilustrado, incluía la sección “Nuestros niños” -una historieta gráfica (o cuento gráfico) a página completa-, y publicó un suplemento ilustrado para niños, impreso a dos tintas, con historietas gráficas. En el número 77 (1917) hay un amplio artículo sobre la evolución de la vida en el planeta. En el 94 (1919), Felipe Villaverde presenta “Animales que ya no existen”, ilustrado con fotografías de Boyer de las estatuas de Pallemberg en el Zoo de Hamburgo.

Mi Revista

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[1] Este calificativo, de uso común para designar a la prensa sensacionalista, proviene del profuso empleo de dicho color (el más difícil de obtener en la imprenta) para desalentar a la competencia en los cómics de los diarios de Hearst –The Yellow Kid, considerado primer cómic moderno por el uso total del bocadillo, es el ejemplo más obvio.

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