Georges Remi (1907-1983), más conocido como “Hergé”, no fue un autor muy prolífico en materia paleontológica. Como a B.L.
Myriam, no deja de chocarnos que, bautizando la mansión donde vive el capitán Haddock como “Moulinsart” (el sufijo –sart quiere decir “lugar purificado por el fuego”, o sea, despejado de maleza), un autor belga no
trajera nunca a colación en su obra los descubrimientos de Bernissart, a tan sólo una hora en coche de Bruselas.
Sello acuñado en 1996 en Sierra Leona, conmemorativo de la adaptación de Tintín por Spielberg
Sin embargo, debemos confesar nuestra absoluta debilidad por el reportero que creó el 10 de enero de 1929, posiblemente el personaje de cómic europeo más influyente, habiendo originado toda una corriente artística (conocida en nuestro país como “línea clara”), llamado la atención de Hollywood (The Adventures of Tintin: The Secret of the Unicorn; Steven Spielberg, 2011) y superado los doscientos millones de álbumes vendidos, traducido a más de sesenta idiomas [1].
Aunque la revista Tintin ha albergado múltiples series en las que la fauna del Mesozoico ha tenido un papel relevante [2], sólo ha habido una ocasión en la que Hergé ha dedicado sus lápices a dibujar dinosaurios, en el episodio de Tintin “Le sceptre d’Ottokar”; y tratándose de un autor algo reacio a introducir tramas fantásticas en sus obras, se ha tratado de simples fósiles.
“El cetro de Ottokar” apareció seriada en Le Petit Vingtième entre el 4 de agosto de 1938 y el 10 de agosto de 1939. En 1947 lo redibujó y coloreó con ayuda de Edgar Pierre Jacobs para la edición en forma de álbum de Casterman. En 1961, Pathé produjo una adaptación fonográfica (un disco, vaya) y se han realizado un par de adaptaciones a animación: en 1956, por la belga Belvision Studios; y en 1991, coproducida por la gala Elipse y la canadiense Nelvana.
"Le sceptre d'Ottokar"
Milú se cuela en el Museo de Historia Natural de Klow (la capital del imaginario reino de Syldavia), excitado por los fósiles de dinosaurios allí expuestos y roba la tibia delantera derecha de un ejemplar de Diplodocus giganticus (nomen ignotum). En la serie animada de 1991, lo que el foxterrier se lleva es la tibia delantera izquierda.
Les aventures de Tintin (1991)
Para continuar el periplo mesozoico de Tintin, tenemos que echar mano de historietas apócrifas. Afortunadamente, hay donde elegir.
“Chaud équateur” (Herbil Alger, 1993) es una parodia de “Tintín en el Congo” editada por Les androïdes dispersés (parodia de Les humanoides associés, la editora de la fundamental Metal Hurlant). Alger no es un autor conocido, pero clava el estilo del primer Hergé. Tintin da caza a un montón de antílopes provocando el enfado de un terópodo, al que el reportero se dirige como “Gozilla”. Ahí no terminan las referencias cinematográficas
porque, a continuación, aparece E.T. en su nave espacial...
“Destination Hollywood” (Yves Rodier, 2012) fue editada por Les arumbayas, aunque se trata de una tirada bastante reducida (quince ejemplares numerados, según bedetheque). Apasionado por Tintin desde la más tierna infancia, en 1987 el canadiense Yves Rodier (1967) descubrió los bocetos de Hergé para la última aventura inacabada del personaje (“Tintin et l’Alph-Art”), dedicó cinco años a terminar este álbum. Aunque la Fundación Hergé rechazó publicarlo, Rodier lo utilizó como “tarjeta de visita” para entablar amistad con Bob De Moor, François Walthéry, Jacques Martin, Greg y otros. Su capacidad para reproducir el estilo de Hergé y dar vida a sus personajes con gran respeto por la obra original hizo que Yves Rodier fuera bastante conocido en Europa.
"Destination Hollywood"
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[1] Algunas series europeas superarían esas cifras de ventas, como Tex (Gian Luigi Bonelli/Aurelio Galleppini, 1948), Astérix (René Goscinny/Albert Uderezo, 1959) o Lucky Luke (Morris, 1946).
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