ESCOCIA: NESSIE
* Recomendamos leer la entrada con esta
banda sonora.
El 9 de julio de 1904, La Voz de Alicante nos cuela como si de una noticia real se tratase la narración fantástica –claramente novelada- de la expedición al polo de unos socios del Peary Artic Club de New-York [1], que naufragaron en una isla donde encontraron oro y otra sorpresa:
“Mister Glubber y Mister H. T. Harton, que así se llaman los nuevos robinsones, con un carpintero y siete marineros, únicos sobrevivientes del naufragio, pasaron en aquella isla, a la que bautizaron solemnemente con el agradecido nombre de Isla de la Salvación, diecisiete meses. La isla resultó ser una nueva Golconda, un nuevo Potosí, a juzgar por las cosas que en ella hallaron los náufragos. Primeramente, Mister Harton, que es un sabio naturalista, halló fósiles interesantísimos, huellas frescas de un ictiosaurio y por fin un ictiosaurio hecho y derecho, vivito y coleando, especie antediluviana de los lagartos monstruosos que se creía extinguida y que medía nada más que treinta y siete metros de largo (?), con una cola de veinte metros. La espantable aparición del animalito produjo en los demás náufragos un efecto terrible. Mister Glubber, ingeniero telégrafo, se desmayó del susto.
Los marineros huyeron despavoridos y se subieron a los árboles. El carpintero Oreus falleció de repente de paralización de las arterias o trombus galopante. Sólo el honorable H. T. Harton, que estaba en el secreto, como vulgarmente suele decirse, permaneció impasible, porque como sabio y naturalista que era, conocía de antemano la cualidad de ser inofensivo y cariñoso que adorna al ictiosaurio, que todo en junto viene a ser un lagarto de agua que se alimenta como el más refinado gourmet de la Maisón Doré. No come más que salmón, crustáceos y con especialidad ostras, por las cuales delira, aunque se las come con cáscara y todo y sin limón. Pues bien; repuestos del susto, excepción hecha del pobre Oreus que falleció de miedo, los náufragos resolvieron matar al monstruoso saurio sin hacer caso de la desesperación del sabio que protestaba de aquel imbécil propósito asegurando que el animalito era tan inofensivo como una cucaracha.
Los marineros, que no entendían una palabra de zoología prehistórica, colocaron torpedos en el río donde habitaba el monstruo y lo hicieron volar, matando las más caras ilusiones del honorable Harton, que casi se muere como Oreus, de sentimiento... profesional”.
"The Lost World" (Look and Learn, 16 de diciembre de 1972)
Como todos sabéis, Arthur Conan Doyle escribió el primer gran éxito de la ficción dinosauriana, The Lost World (1912), publicado recién descubierto el dragón de Komodo y cuya adaptación al cine supuso un verdadero
hito. En sus memorias [2], Doyle asegura haber observado en 1907, durante su luna de miel en el Egeo, a una extraña criatura marina que identificó con un ictiosaurio (seguramente, un delfín): “Era exactamente como un
ictiosaurio joven, de unos 120 centímetros de largo, cuello y cola delgados, y cuatro aletas laterales bien marcadas. El barco le había dejado atrás antes de que pudiéramos llamar a cualquier otro observador”.
Pero no hay la menor duda de que el saurio mesozoico marino más popular es Nessie, el supuesto plesiosaurio que mora en el Lago Ness. Ya en 1868, el Inverness Courier se refería al rumor acerca de la existencia un gran pez “u otra criatura”. En 1930, el Northern Chronicle cuenta que un par de pescadores han visto a un animal producir un gran remolino y dos años después K. McDonald habla de una especie de cocodrilo. Pero
será de nuevo el Inverness Courier el que bautice a la criatura como el “monstruo” del Lago Ness tras un avistamiento el 2 de mayo de 1933. Una pareja de turistas lo describió como un monstruo prehistórico (acababa de estrenarse King Kong) y, el 19 de abril de 1934, se disparó la famosa fotografía en la que se ve su supuesto cuello asomando sobre el agua (sesenta años después, un familiar del que la trucó para el Daily
Mail reconocería el engaño). La leyenda era imparable.
Pero antes, incluso, de la difusión de la fotografía, el 7 de enero de 1934, en España El Debate publicaba un amplio reportaje, profusamente ilustrado, que titulaba “Más de cien testigos aseguran que existe un monstruo marino en el lago Ness, en Escocia”. El 2 de enero de 1934, La Libertad nos contó que “El monstruo del Lago Ness celebra las Pascuas” en el fondo, por lo que las partidas de caza que se han organizado en su busca no van a localizar al famoso plesiosaurio. El 25 de agosto, Diario de Córdoba comenzó su divulgativo “Los monstruos de las primeras épocas terrestres” del siguiente modo: “Antes que reaparezca el monstruo
del Loch-Ness –pues los seres inexistentes tienen la vida dura- tal vez sea interesante que volvamos a ver un poco nuestros monstruos conocidos...”
"The Secret of the Loch"
En la producción británica The Secret of the Loch (1934, Milton Rosmer), una iguana disfrazada encarnó al primer monstruo del Lago Ness de la historia del cine. Y también los cómics se hicieron eco de la noticia. El 21 de enero de 1934, el dibujante de cómics francés Alain Saint-Ogan lleva a los protagonistas de “Zig et Puce en l’an 2000” de visita a un zoológico futurista donde contemplan al monstruo del lago Ness. Por supuesto, también los artistas británicos se ocuparán de su leyenda criptozoológica: en Color Slick Fun #46 (1945-51), Nessie se traga al protagonista de Bring Em In, Hank (Jock McCail, 1940).
Zig y Puce
El 30 de julio de 1962, P.M.R. opina en la Hoja del lunes que “No cabe negar rotundamente que exista el monstruo del lago Ness”, que pudiera ser un plesiosaurio que ha sobrevivido hasta nuestros días... El 29 de agosto de 1966 vuelve sobre este tema en el diario Mario Lleget en “¿Dónde está el monstruo del “Loch Ness”?”, mostrándose algo más escéptico. El 1 de agosto de 1969, Roberto Pato (EFE) informa que “Buscan el monstruo del lago Ness con mini-submarino amarillo monoplaza” (lo del color debía ser por el álbum de los Beatles, que aún lo estaba petando). También Mediterráneo dio pábulo al mito, publicando el 30 de marzo de 1969 el artículo “La gran serpiente del Amazonas. En busca de nuevos monstruos”, de Tim Dinsdale, que aseguraba haber filmado a Nessie en 1960 y ahora andaba en busca de un supuesto Diplodocus brasileño. El 29 de marzo de 1976, Juan Lobato
(EFE) dice con bastante sorna que los propietarios de las tiendas de souvenirs del lago Ness han colgado carteles con la leyenda “Si ve científicos en el lago, huya; seguro que con ellos jamás verá al impresionante animalito”; el diario reeditó este artículo el 5 de abril.
Kinnikuman
El 27 de julio de 1977, EFE informa en Diario de Burgos que unos pescadores japoneses cogieron con sus redes frente a las costas de Nueva Zelanda el cadáver descompuesto de un monstruo marino que podría corresponder a un plesiosaurio. El caso es que, en los setenta, el fenómeno pegó con fuerza en el manga nipón. En 1972, Osamu Tezuka dibuja a un animal similar en la breve historieta “Nushi” y Keiko Takemiya le identifica como un plesiosaurio en Bravo! La Nessie. En 1977, Gekkan Shonen (Kodansha) le dedicó un número especial, donde Sachio Umemoto publicó “Watashi wa Nesshī ni Osowa Reta” y Shuji Sakamoto “Nesshī Hokaku dai Sakusen”. Y también apareció en un episodio de Kinnikuman (Yudetamago, 1979).
Sherlock, Watson y Nessie
Nuestro críptido ha continuado siendo un filón para la cultura popular y no parece que la situación vaya a cambiar a corto plazo. En el cine, ha sido el tema central de What a Whopper (Gilbert Gunn, 1961), The Private Life of Sherlock Holmes (Billy Wilder, 1970), The Mysterious Monsters (Robert Guenette, 1976), Loch Ness (John Henderson, 1996), Beneath Loch Ness (Chuck Cominsky, 2001), Incident at Loch Ness (Zak Penn, 2004), The Water Horse: Legend of the Deep (Jay Russell, 2007), Beyond Loch Ness (Paul Ziller, 2008) o, en Alemania, Nessie, das verrückteste Monster der Welt (Rudolf Zehetgruber, 1985) y los telefilmes Das Wunder von Loch Ness (2008) y Das zweite Wunder von Loch Ness (2010) de Michael Rowitz.
Scooby en el lago
De hecho, Nessie es tan popular que también podemos disfrutarlo en varias cintas de animación, como los largometrajes Freddie as F.R.O.7 (Jon Acevski, 1992) y Scooby-Doo and the Loch Ness Monster (Joe Sichta, 2004), el episodio de la segunda temporada de Johnny Bravo “Loch Ness Johnny” (2000) o el corto de Disney The Ballad of Nessie (Stevie Wermers-Skelton y Kevin Deters, 2011), en el que el simpático críptido debe buscarse otro hogar cuando un promotor inmobiliario decide aprovechar su lago para construir un campo de golf...
Envío de "Telecríptido" perdido en territorio normando... (Alley Oop)
En los cómics, los ejemplos son innumerables y, de hecho, fue gracias a las viñetas que, por fin, pudimos desvelar el misterio del monstruo: en 1971, en el episodio del británico Jeff Hawke «Some Day I’ll Find You», una nave espacial vuelve a por Nessie para devolverle al planeta acuático del que proceden ambos. En 1975, Alley Oop nos ofrece una versión alternativa: el troglodita se llevó un par de crías en la máquina del tiempo al siglo XX por encargo de un millonario que quería exhibirlas en un gran acuario pero... hubo complicaciones y el camión que las transportaba terminó en tiempos de los vikingos, volcando en el famoso lago; el monstruo sería un descendiente de aquella pareja.
Nessie por Auraleón (1975)
Auraleón dibujó “El monstruo del lago Ness” (Famosos Monsters del Cine #1, 1975 –reeditado en Dossier Negro #138, 1980-) y “Sweetwater Nessie” (Vampirella #106 y #108, 1982) y José Casanovas “Meeting with a Monster” (Star Rider, 1985). Doug Moench escribió The Big Book of the Unexplained (1997), que incluye “The Monsters of Loch Ness”, dibujado por Joe Staton. Y Nessie ha participado también en Monsters
Beware! (John Ira Thomas/Carter Allen, 1999), Proof (Alex Grecian/Riley Rosmo, 2006) o Riptide: Draken (2020, Scott Chitwood/Danny Luckert).
Pero el éxito del “monstruo” del Lago Ness va mucho más allá: juguetes, libros infantiles... Para despedirnos os dejamos con una manifestación de la cultura popular que sabemos que os chifla y últimamente se ha puesto bastante de moda, como ya os hemos contado en alguna ocasión: la literatura paleoerótica o paleoporno. Por supuesto, un famosete como Nessie no podía escapar a las calenturientas mentes de autoras como Philomena MacKinnon.
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[1] Formado por un grupo de neoyorquinos influyentes que facilitaron y costearon las expediciones árticas de Robert Peary en 1898-1920.
[2] Doyle, A. C. (1924) Memories and Adventures, London: Hodder & Stoughton.
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