Poozeum, el museo de los coprolitos
Los excrementos fosilizados ofrecen información sobre la dieta, la anatomía y el estado de salud de sus propietarios. Por eso son tan importantes para los paleontólogos. Sin embargo, hasta muy recientemente no existía una institución específicamente especializada en estos restos fósiles. Si viajas a Estados Unidos y visitas el Gran Cañón, tienes un cita obligatoria con el Poozeum. Y no te preocupes, el olor desaparece durante el proceso de fosilización.
La boñiga de Scotty, en el Royal Saskatchewan Museum
En 1995, mientras aún extraían los restos del famoso esqueleto de Scotty, el T. rex más grande del mundo (13 metros y 8,8 toneladas), descubierto cuatro años antes en Saskatchewan (Canadá), Tim Tokaryk y Wendy Sloboda descubrieron un enorme coprolito (44 cms), con un montón de huesos triturados en su interior, cuya autoría atribuyeron a Scotty. En 1998, Tokaryk publicó junto a Karen Chin y otros colegas en la prestigiosa revista Nature el artículo “A king-sized theropod coprolite” presentando su hallazgo. Lógicamente, si era el excremento del tiranosaurio más grande, debía tratarse de la mayor cagada conocida. No es de extrañar que el Royal Saskatchewan Museum le haya dedicado una vitrina de honor para que sea admirado por visitantes de todo el mundo.
Exposición del Poozeum en el Museo de Historia Natural de Florida (2018)
Escatológicamente estimulado, el norteamericano George Frandsen no estaba dispuesto a rendirse ante una plasta canadiense, por mucho que procediera de Scottex, perdón, Scotty, y se puso manos a la obra, piqueta en ristre, a buscar a un defecador mayor. Con los hallazgos que fue recolectando, en 2014 fundó el Poozeum (de Poo –popó- y Museum), un centro virtual de recursos sobre coprolitos que dona generosamente a museos de forma gratuita, como vemos en la imagen superior.
Ozzy no se acaba de fiar de que los coprolitos no huelan
En 2018, las “joyas” del Poozeum llamaron la atención de Ozzy Osbourne, que contribuyó a difundir su labor. Pero ya el año anterior, el Poozeum había sido reconocido por el Libro Guinness como la mayor colección de coprolitos del mundo (actualmente tiene unos 8.000). No sería su último récord.
El Barnum, más de nueve kilos de humanidad requieren muchas latas de fabada o, en su defecto, unos cuantos hermosos chuletones de hadrosaurio
Por fin, a comienzos de 2020, George cumplió su sueño al adquirir un impresionante coprolito de la formación Hell Creek, bastante mayor que truño de Scotty, el T.rex canadiense. Bautizado como Barnum (en honor a Barnum Brown, el papi de Rex, claro) pronto fue reconocido por el Guinness como el coprolito de carnívoro más grande del planeta, ya que mide 67,5 cms y pesa 9,28 kilos.
Algunos carteles y vitrinas del Poozeum
Finalmente, en 2024, el Poozeum encontró su hogar permanente en el corazón de Williams, Arizona, la puerta de entrada al Gran Cañón, y se convirtió en el único lugar del mundo donde el público puede ver reunida una importante colección de coprolitos.
Coprolito con mordeduras de Lyme Regis
Coprolito con dientes de Didelphodon
Entre sus colecciones, encontramos coprolitos con inclusiones, dientes, mordeduras,
en matriz (la roca sedimentaria se ha formado alrededor) y por zonas geográficas: Florida, Wyoming, Carolina del Sur o Marruecos.
Pedos de insectos fosilizados
También podemos encontrar madera petrificada que contiene excrementos de termitas, excrementos de tiburón en forma de espiral e incluso pedos fosilizados emitidos por insectos en ámbar del Báltico.
George Frandsen y "The Stinker"
Además, podemos contemplar piezas artísticas paleoescatológicas como pancartas de carnaval pintadas a mano, "The Stinker" ("El apestador" -también se utiliza en slang como "canalla"-), una obra maestra de bronce que representa a un T. rex contemplativo en un inodoro, o una impresión original de 1830 de Duria Antiquior, de Henry de la Beche, la primera representación artística que muestra animales prehistóricos defecando.
"Duria Antiquior" (mira bajo el ojete del plesiosaurio central o de muchos otros animales)
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