lunes, 28 de agosto de 2017

Pánico en la ciudad (II)

Gertie on tour

En los posts que dedicamos a Windsor Mc Cay vimos a un dinosaurio devorar un edificio (Dreams of the rarebit fiend, 21/08/1910), si bien no estaba ubicado en la ciudad sino en la playa… Y aunque el 8 de febrero de 1914 presenta a Gertie como el “único dinosaurio en cautividad”, no le veremos cerca de edificios hasta la inacabada secuela Gertie on tour (1921). En todo caso, el simpático Gertie no pertenece a la especie de monstruos que asolan ciudades a la que hemos dedicado este post. Del mismo modo, aunque sus travesuras transcurren en medio urbano, no parece suponer un riesgo serio para los ciudadanos otro Gertie [1] que aparece en la Sunday de 27/04/1924 de Hairbreath Harry (1906), donde Charles W. Kahles refleja su fascinación por el descubrimiento de huevos de dinosaurio en el Gobi el año anterior que, a su vez, inspirarán el relato A million years after (1930, Katherine Metcalf Roof), sobre unos huevos de dinosaurio que eclosionan en la actualidad.

En la disparatada novela L’ Effrayante Aventure (1910), de Jules Lermina (1839-1915), el hielo preserva dinosaurios hasta la actualidad en una cueva de París, donde acabarán sembrando el pánico.

Eccentric Ephraim

Walter de Maris (1877-1947) publicó Eccentric Ephraim (27 de noviembre de 1911), la primera tira de cómic en la que un dinosaurio vivo llega a la ciudad. La viñeta nº4 es una clara anticipación de la escena del filme The lost World en la que un saurópodo asoma la cabeza por una ventana.

Las ilustraciones de Harry Rountree para El mundo perdido (1912) de Arthur Conan Doyle muestran cómo sus protagonistas se traen a modo de muestra de su excursión un pterodáctilo, que sale volando hacia el océano. En cambio, en la influyente [2] película dirigida por Harry Hoyt, será un auténtico dinosaurio (un brontosaurio) el que siembre el pánico en la ciudad. Desde su estreno, el 2 de febrero de 1925, se convertirá en uno de los primeros hitos –tal vez el primero- del cine de terror de Hollywood [3].

El mundo perdido

Las animaciones se deben a la stop-motion de Willis O’Brien (1886-1962), que había desarrollado un gran interés en los dinosaurios desde la pubertad, mientras trabajaba como guía de paleontólogos en la región de Crater Lake. Luego se dedicó a la escultura y fue ayudante del arquitecto que supervisó la Feria Mundial de San Francisco de 1915, donde se exhibió parte de su trabajo. Entonces, con ayuda de un cámara de noticias local, realizó un corto de 90 segundos que incluía un dinosaurio que llamó la atención del expositor Herman Wobber, que le ofreció un presupuesto de 5.000 dólares para su primer filme profesional, El dinosaurio y el eslabón perdido (1917). Impresionado por el resultado, Edison le contrató para realizar más películas de ambientación prehistórica, entre las que destaca El fantasma de Slumber Mountain (1918).

El mundo perdido (compárese con la viñeta 4 de Eccentric Ephraim)

Para los modelos de The Lost World, se inspiró en los dibujos del paleoartista Charles R.Knight. Abandona la arcilla de sus películas anteriores y construye los esqueletos con armaduras de metal que recubre con piel de caucho. El autor testeó el resultado con unos amigos a los que hizo creer que se trataba de imágenes de dinosaurios vivos. La magnífica recepción de la película animó a O’Brien a volver a aterrorizar poblaciones en 1933 con King Kong, cuyo éxito fue aún mayor. Pero los dinosaurios del filme se quedan en su mundo perdido y será el mono gigante quien, en esta ocasión, siembra el terror en New York.

King Kong charlando con un amigo

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[1] Kahles rinde homenaje al saurópodos de Mc Cay en su décimo aniversario y el estornudo puede ser una referencia a otro popular personaje de aquél, Little Sammy Sneeze.
[2] Ray Bradbury y Ray Harryhausen afirman que se aficionaron a la ciencia-ficción tras verla.
[3] El cine de terror es tan viejo como el propio cine (La mansión del diablo, 1896 Georges Mèliés). La temática parecía el vehículo idóneo para el expresionismo alemán (Nosferatu, el vampiro, 1922, Murnau). Pero, en Hollywood, el género no había cuajado especialmente.
El 25 de noviembre de ese mismo año se estrena El fantasma de la ópera, con un Lon Chaney que ya había destacado en El jorobado de Notre Dame (1923), y en 1927 lo hacen The cat and the canary, The unknown o London alter midnight. Pero la irrupción del sonoro distraerá la atención de cineastas y productores hasta que deja de ser una novedad. Entonces, los filmes góticos de Universal arrasarán la taquilla: Drácula, Dr. Jeckyll y Mr.Hyde o Frankenstein lo hacen en 1931 y La momia o La parada de los monstruos el año siguiente.

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