lunes, 7 de enero de 2019

Dinosaurios valencianos de posguerra (I)

Tras la Guerra, Juan Manuel Puerto Vañó retoma Ed. Valenciana (1932), que logra un primer éxito con Roberto Alcázar y Pedrín (1940) con dibujos de Eduardo Vañó y guión del editor, pronto escritos por José Jordán y luego por Federico Amorós, responsable de los números que ilustran este post.




Si bien Valenciana (como luego Maga) no destaca por la rigurosidad de sus guionistas, cuyas historias están imbuidas del maniqueísmo impuesto por el régimen (pese a que muchos autores provenían del bando republicano), y el ritmo frenético impuesto a sus dibujantes, en muchos casos sin gran preparación académica, limita bastante la calidad de las ilustraciones, sus tebeos excitaron la imaginación y llenaron las horas de ocio de varias generaciones de españolitos, extasiados con sus aventureros y, sobre todo, confesémoslo de una vez, con sus dinosaurios.

Ultus, rey de la selva (1943, Enrique Pertegás, Ed. Guerri)

Julio y Ricardo (1943, Edmundo Marculeta)

Carlos Ray, corazón de acero (c.1943, Manuel Gago)

Valenciana contó con algún veterano como Enrique Pertegás (1894-1961), que aportó Silac, el hombre león (1945), de calidad inusual para la época, pero liderará el sector merced a púberes noveles como Edmundo Marculeta y el sensacional Luis Bermejo, que se centrarán luego en el mercado exterior, o Manuel Gago (1925-80) que, tras alguna serie que pasó –pese a sus dinosaurios- desapercibida (Carlos Ray, corazón de hierro), creó al también maniqueo El guerrero del antifaz (1944) [1] en que colaboran su hermano Pablo (1928) y cuñados Pedro (1926-88) y Miguel Quesada (1933), Gran Premio del Salón de Barcelona en 1999. Pedro Quesada escribió también un puñado de guiones para Roberto Alcázar y Pedrín entre 1946 y 1948, y a partir de 1967.

En 1950, los Gago idean para Valenciana a Purk, el hombre de piedra. Si en democracias avanzadas como la norteamericana el atuendo de Sheena resultaba demasiado provocador y en 1948 debía pasar del bikini al bañador de una pieza, es fácil imaginar cómo el reducido vestuario de los personajes de Purk fue del desagrado de la censura, obligando a sus creadores a realizar numerosas modificaciones. Y como más de uno se habrá imaginado su hábitat parecía predestinado a la cohabitación con bestias mesozoicas, dada la facilidad con que los guionistas de cómic mezclan el Holoceno y el Maastrichtiano. He aquí varios ejemplos:


Vale que va acorazado, pero hay que reconocer que Iris le echa un par


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[1] Basado en la novela de Rafael Pérez Los 100 Caballeros de Isabel la Católica, alcanzó los 200.000 ejemplares –800.000 según Soriano Izquierdo- y se prolongó hasta 1966 (nº668), Gago le humanizó brevemente antes de morir en 1980; el siguiente año, el Ayto. de Valencia le dedicó una calle. En 1994 José Payá Nicolau escribió Crónicas del Guerrero del Antifaz y, más tarde, Manuel Gago Quesada La última aventura del caballero de la máscara negra, con toques eróticos. La serie superaría las 7.000 páginas.

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