lunes, 18 de noviembre de 2019

Los mundos prehistóricos de Willis O'Brien (I)

Willis Harold O'Brien (1886-1962), “Obie” para los amigos, para abreviar y para quienes odian los apóstrofes, es uno de los principales responsables del éxito del cine de dinosaurios y, por extensión, del sólido asentamiento de estas criaturas en la cultura popular.

Las emocionantes historias que podemos disfrutar en sus películas son, por otra parte, reflejo de una agitada vida de aventurero: Tras una primera intentona a los once, Obie se marchó de su casa en Oakland (California) con tan sólo trece años, pasando los cuatro siguientes en Oregón, donde aprendió el arte del lazo trabajando como granjero –cowboy los llaman por allí-, fue barman o trampero y, a los 16 años, sirvió como guía a una expedición de paleontógos [1] de la University of Southern California para buscar fósiles en Crater Lake, que ese mismo 1902 fue declarado Parque Nacional [2]. Esta experiencia marcaría el inicio de su pasión por la fauna extinta (en particular, por los dinosaurios).

Primera fotografía de Crater Lake (1874, Peter Britt)

El siguiente año regresa a California, donde trabajó como ayudante de un arquitecto y entró de caricaturista deportivo en el San Francisco Daily World. Enamorado de los caballos y el boxeo, intentó en vano hacer carrera en ambas modalidades, hasta que su padre le facilitó un puesto en el Southern Pacific Railroad. Desencantado, probó suerte con la escultura, ganando una competición para diseñar una chimenea para un millonario, y también ayudó al arquitecto-jefe de la Feria Mundial de San Francisco [3] de 1915.

San Francisco World Fair (1915)

Fue precisamente durante este periodo cuando comenzó a realizar modelos que animaba con ayuda del cámara de un noticiario local, incluyendo minuto y medio protagonizado por un troglodita y un dinosaurio de masilla con esqueletos de madera [4] que decidió al exhibidor de la Feria Herman Wobber a encargarle su primera cinta (The Dinosaur and the Missing Link), para la que dispuso un presupuesto de 5.000 $.

Gertie (1914)

Recordemos que, el año anterior, el también pionero de la animación Windsor Mc Cay había estrenado Gertie, the Dinosaur. Para un modelador apasionado de los dinosaurios como Obie, suponemos que aquello debió ser la revelación definitiva sobre el camino a seguir.

Obie en el estudio de Edison (1917)

El dinosaurio y (tras el extremo de su cola) el eslabón perdido

En el post que dedicamos a The Dinosaur and the Missing Link (1917) ya os contamos el argumento de esta cinta, que fue adquirida por Edison, quien encargó a Obie más cortos similares, a 500 $ la pieza, estrenando ese mismo año RFD 10,000 DC o Prehistoric Poultry. La profesionalización de Willis fue acompañada de mejoras técnicas como uniones metálicas en los esqueletos, más flexibles y articulados, o pieles de plástico que cubrían a los muñecos de barro impidiendo que se deformaran.

El Servicio Postal Rural 10.000 a.C.

Aves prehistóricas

El fantasma de la montaña del sueño

También dedicamos otra entrada del blog a desgranarte la historia de The Ghost of Slumber Mountain (1918), rotundo éxito que le costó un pleito –que ganó O’Brien- por apropiación indebida de la patente de sus técnicas de stop-motion con su nuevo productor, Herbert M.Dawley [5], quien animó dinosaurios en Along the Moonbeam Trail (1920).

Dawley, trabajando sobre un hadrosaurio

Dado el prestigio conseguido por Obie, cuando el productor Watterson R.Rothaker se animó a adaptar la novela de Conan Doyle El mundo perdido (1912), de la que también te hemos hablado en alguna que otra ocasión, no tuvo que pensar mucho a quién ofrecerle los efectos especiales. O’Brien convenció al escultor mexicano Marcel Delgado [6] (1901-76) para que le ayudase con las maquetas, que modeló basándose en las ilustraciones del paleoartista Charles Knight [7], añadiendo renovadas dosis de realismo con la “filmación con cristal” –en el que se pintaban imágenes que se superponían durante la grabación- ideada por Ralph Hammeras (1894-1970). Tras varios años de producción, se estrenó el 2 de febrero de 1925 con gran éxito de público y crítica, en busca del cual se han sucedido las nuevas adaptaciones de la novela hasta hoy [8].

Richard A.Rowland, gerente de la productora de El mundo perdido, First National Pictures, anunció inmediatamente el comienzo de una secuela con el mismo equipo, Atlantis [9], pero las dificultades económicas que acabaron obligando a vender la productora a Warner Bros. dieron al traste con el proyecto. Algo parecido ocurrió con su siguiente y ambicioso proyecto Creation (1931), al que ya dedicamos este post; aunque David O’Selznick acabó cancelándolo por demasiado costoso, entre los bocetos supervivientes había uno en que un gorila gigante sostenía a una chica en la mano [10]...

Fotograma de lo poco que quedó de Creation (1931)

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[1] Parece que finalmente localizaron algunos restos de Smilodon, pero no hemos logrado averiguar más sobre esta expedición, aunque “Entre 1902 y 1982, sólo se organizaron alrededor de una docena de expediciones científicas para estudiar las características únicas de Crater Lake”: Larson, Douglas W. (2002) Probing the Dephs of Crater Lake: During much of its 100 years of National Park status, this national treasure saw little scientific study, despite significant enviromental threats; en American Scientist vol.90 #1; pp.64-71 (traducción propia).
[2] El 22 de mayo. William Gladstone Steel, que organizó en 1886 la expedición de la USGS de la que resultaría el primer mapa oficial de la zona, luchó desde entonces por su declaración como Parque Nacional, siendo el quinto más antiguo de los USA.
[3] La Feria, que acogió a 19 millones de visitantes, celebraba la inauguración del Canal de Panamá y el centenario de la ciudad. Entre sus hitos, podemos destacar la primera llamada telefónica transcontinental, que Graham Bell efectuó desde su oficina de Nueva York, la demostración del montaje en cadena de Ford (el modelo “T” apareció el año anterior) o la posibilidad de los visitantes de volar diez minutos con los hermanos Lockheed apenas una década después de que los Wright despegaran por primera vez del suelo.
[4] Sawicki, Mark (2010) Animation with Stop-motion Pro, Focal Press.
[5] También produjo las siluetas animadas de dinosaurios de Tony Sarg. Recientemente, Stephan Czerkas ha puesto en duda que Dawley se limitara a aprovecharse de Obie: para saber más, haz click aquí.
[6] Llegado de niño a California tras la Revolución, se resistió al principio a trabajar con O’Brien porque quería ser escultor y no animador. Forraba sus esqueletos de dural (aleación de aluminio) con músculos de hule y goma que cubría con piel de látex, dando a sus modelos un aspecto bastante realista que aumentaba ocultando vejigas inflables para simular la respiración.
[7] Milner, Richard (2012) Charles Knight: The artist who saw through time, Ed. Harry N.Adams.
[8] Además del remake de 1960 con Obie en los créditos aunque inactivo, se produjeron nuevas versiones en 1992 (con la secuela Return to the Lost World ese mismo año, también dirigida por Timothy Bond) ó 1998 (Bob Keen), una serie de televisión en 1999, un telefilme en 2001 o una serie animada franco-canadiense en 2002. King of the Lost World (2005, Leigh Scott) mezcló The Lost World y King Kong.
[9] “La historia de Atlantis es la historia de otro ‘mundo perdido’, un mundo que dio a luz a fieros superhombres que devastaron y conquistaron a las naciones que les rodeaban. Para liberar al mundo de su amenaza, los dioses, dice el mito, enviaron un terremoto y la Atlántida se hundió bajo el mar. La ciencia, sin embargo, sabe que el legendario lugar es poco profundo, y algunos eruditos tienden a creer que se trata del terreno sobre el que Noé hizo flotar su arca. Otra teoría de la ciencia que pondremos en práctica es la creencia de que en las profundidades del mar hay monstruos y vida marina que el ojo humano nunca ha visto. Con la experiencia adquirida a través de nuestro trabajo en 'El mundo perdido', hay muchas razones para creer que la historia de Atlantis será aún mejor.” “Roland Announces Another Big Million Dollar Special”, Moving Picture World, 21 de febrero de 1925 (traducción propia).
[10] En la hoy perdida Stark Mad (1929, Lloyd Bacon) aparece un enorme gorila –un actor disfrazado- que rapta a la protagonista, y la pseudoerótica Ingagi (1930, William Campbell) se anunció como “un documental que mostraba el sacrificio de una mujer a un gorila gigante”.

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