The Honker with Two Feet
En la entrada de hoy te vamos a presentar el episodio de Turok “The Honker with Two Feet” (Paul S. Newman/Alberto Giolitti, 1977), un curioso caso de anticipación de un cómic en el que aparece un dinosaurio con plumas, aunque no es el primero, como ya te hemos comentado por aquí.
"The Last Moa on Earth" (Action Comics #425, 1973)
Hay muchos cómics de ambientación antediluviana en los que aparecen aves extintas, como los moas, el dodo o los epiornítidos de Madagascar, y ello no supone ningún ejemplo de anticipación. Por eso, hay que ser algo cautos a la hora de hablar de dinosaurios emplumados en viñetas antes de los hallazgos de fósiles de terópodos plumíferos a finales de los 90 en China.
Antes de empezar con la historia que nos ocupa, una observación: si has leído alguna de las historias que protagoniza nuestro indio favorito, sabrás que en el mundo perdido de Turok, los dinosaurios se conocen como “honkers” (por su habitual graznido “honk!”). Por supuesto, esto incluye a otra fauna mesozoica como los pterosaurios, los grandes saurios marinos o los dimetrodontes.
“The Honker with Two Feet” (Turok #110) comienza cuando Turok y su compañero inseparable, Andar, salvan a un indio del ataque de un plesiosaurio disparándole sus flechas impregnadas del famoso veneno mata-saurios que crece en ciertas plantas del valle perdido que sólo ellos conocen. El rescatado se asusta al ver las plumas de las flechas, que parecen apuntar a que alguien ha matado a uno de sus “honkers” sagrados. En
consecuencia, en lugar de agradecer que le hayan salvado el pellejo, les amenaza por haber ofendido sus sentimientos religiosos (es lo que tienen los fundamentalismos).
Lejos de asustarse, Andar propone a Turok ir a echar un vistazo al poblado del desagradecido, ya que nunca ha visto a un “honker” con plumas. Sin embargo, Turok es más escéptico y, conforme al estado de la ciencia del momento en que Newman escribió la historia, le dice que no cree que sea un “honker”, sino un pájaro. Con todo, picado por la curiosidad, consiente en ir a comprobarlo.
Y como la curiosidad mató al gato, los protagonistas de la historia acaban atados de manos y pies y están a punto de ser sacrificados a los susodichos animales. Cuando Turok los tiene lo suficientemente cerca, deja de hablar de pájaros y se refiere a ellos como “honkers” emplumados.
Finalmente, consigue subir a lomos de uno y acude al rescate de Andar. Cuando la tribu le ve llegar, concluye inmediatamente que quien monta sobre un dios debe ser otro dios. Turok aprovecha la coyuntura para escapar, pero lo que nos interesa no es cómo aprovecha el fanatismo religioso para convertirse en el nuevo líder de la secta, sino que llegamos al fin del episodio sin que haya vuelto a hablar de pájaros tras ver a los “honkers” emplumados.
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