El Rayo U
En 1944, Edgar Félix Pierre Jacobs (1904-87) comienza a colaborar con Georges Remí (más conocido como Hergé), dibujando los fondos de algunos álbumes de Tintin y preparando la edición corregida y a color de las viejas historias del reportero más famoso del cómic europeo. Cuando Hergé lanza el semanario Tintin (1946), Jacobs contribuirá desde el primer número adaptando La guerra de los mundos de H.G.Welles y con su más famosa creación, Blake y Mortimer, en la que se centrará el resto de su carrera.
Ya tuvimos ocasión por estos lares de comentar la aventura La trampa diabólica (1962), pero no será la única en la que la pareja se las vea con dinosaurios: en El enigma de la Atlántida (serializada del 30 de marzo de 1955 al 30 de mayo de 1956 y publicada como álbum en 1957), Blake y Mortimer viajan al centro de la Tierra desde las Azores siguiendo la estela de un extraño mineral para encontrar a una civilización perdida… que les salva in extremis del ataque de unos pterodáctilos. Como vamos a ver, no era la primera vez que Jacobs partía de premisas similares.
El enigma de la Atlántida
Jacobs había debutado profesionalmente como cantante de ópera, pero en 1941 se consagró al cómic tras fichar por la revista Bravo! (1936), en la que continuó las andanzas de Flash Gordon para una Bélgica ocupada a la que no llegaba el material norteamericano… hasta que los nazis le prohibieron dibujarla.
Gordon l'intrepide (Flash Gordon) continuó sus andanzas tras la guerra en Bravo!. En el número del 13/06/1946 sufre el ataque de unos aepyornis
Entonces, ideó para la revista la pionera historieta de ciencia-ficción belga El Rayo U (1943), que transcurre en un planeta similar al nuestro, donde una expedición se interna bajo la superficie en busca de un raro mineral, topándose con toda suerte de monstruos prehistóricos. La influencia de Alex Raymond es patente en esta obra, protagonizada por el profesor Marduk y sus amigos, Lord Calder y el teniente Mc Duff, a los que el taimado Dagon pondrá todo tipo de obstáculos en su descenso hacia la profundidades del planeta.
Jacobs se sentía fascinado por las aventuras subterráneas debido a una traumática experiencia infantil [1], a la que habría que añadir las connotaciones que para la ciencia ficción había generado en el imaginario colectivo el mito de la Tierra hueca y su simbolismo para la paleontología (el interior del planeta está lleno de misterios y tesoros para que el hombre los descubra), de manera que resulta casi inevitable la presencia de uno de esos mundos perdidos que, como todos sabemos, suelen estar plagaditos de fauna extinta vivita y coleando: Junto a los siempre presentes pterosaurios, en esta ocasión encontramos una manada de brontosaurios o una bestia que Jacobs define como “Le Tyran des bois”, aunque el cuerno nasal le delata como ceratosaurio.
En 1973, Jacobs publicó una edición modernizada de El Rayo U, en la que resulta obvio el progreso estilístico de Jacobs, en el que la influencia de Raymond ha dado paso a la del maestro Hergé (más influenciado por Mc Mannus [2]), junto al que contribuirá a establecer las bases de la Escuela de Bruselas, cuyo estilo se conocerá más tarde como “línea clara” [3].
Obsérvese la diferencia de estilo entre esta imagen, correspondiente a la versión original y la de debajo, de la edición de 1973
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[1] Según Lambiek, “Otro evento importante en su vida fue un accidente que ocurrió cuando tenía unos tres o cuatro años. Mientras jugaba en el jardín de su tío, de repente cayó a un pozo profundo y tuvo que esperar varios minutos antes de que lo salvaran, aunque a él le parecieron más que horas. Nunca olvidó esta experiencia traumática y varias historias de 'Blake y Mortimer' presentan personajes que vagan por cuevas, sótanos, sótanos y túneles secretos.”
[2] Su compañero en el diario Le XXème Siècle, León Degrelle (tristemente famoso cuando trató de convertirse en el führer belga), fue corresponsal en 1926-29 en México, desde donde le envió diarios norteamericanos en los que Hergé conoció la obra de Herriman, Dirks o Bringing up father, de Mc Mannus, cuyas naricitas le encantaron y cuyo estilo de líneas definidas y exhaustiva ornamentación en línea con el art decó de su época le influyó decisivamente.
[3] Término que acuña el dibujante holandés Joos Swarte en 1977 en el catálogo De Klare lijn (“el dibujo a cordel –o al hilo-“) para la expo “Tintín en Rotterdam”.
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