Vampirella: La invasión de los lápices hispanos (I)
En septiembre de 1969, hace ahora justo 50 años –medio siglo, que se dice rápido-, Warren Publishing lanzaba al mercado la revista Vampirella, con una sugerente portada de Frank Frazetta presentando a la sexy protagonista de la historieta que abría la cabecera, obra de Forrest J. Ackerman/Tom Sutton. Vampirella, que será editada en España por Garbo [1] desde 1974, fue el caballo de Troya en el que se colaron montones de artistas españoles en USA, contribuyendo a afianzar la leyenda de los lápices hispanos que, en los 70, habían alcanzado tal prestigio en América y Europa que se consideraban una opción segura para iniciar con éxito una nueva serie o relanzar una ya licenciada, como recuerda David Roach [2]. Porque, ya se sabe, nadie es profeta en su tierra y aquí siempre ha sido necesario que venga alguien de fuera para abrirnos los ojos y que aprendamos a apreciar lo que tenemos. Por eso, queremos aprovechar la efeméride para publicar un par de posts sobre aquella generación que asombró al mundo.
James Warren
James Warren (1930) estudió arquitectura y se quedó sordo en un entrenamiento para la Guerra de Corea, al acercarse demasiado a una ametralladora. Sus comienzos como editor fueron también épicos, ya que su primera revista, After hours, le costó un arresto tras el cuarto número, acusado de pornográfo. No sabiendo ya qué hacer para que le entrullaran y pasar el resto de la vida viviendo del Estado, con el Cómics Code [3] (1953) aún calentito, se anima a lanzar la revista Famous Monsters of Filmland, sin conseguir su objetivo, al no ser una revista de cómics. Cuando comprende su error, se pasa al campo de las viñetas, impulsando en los 60 los imprescindibles cómic-books de terror Creepy (1964) y Eerie (1965), a los que harán grandes artistas como los ya mencionados Frazetta o Sutton y Richard Corben, Bruce Jones, Berni Wrightson, Gray Morrow, Al Williamson o Alex Toth, por mencionar sólo unos pocos a los que este blog ha tenido el honor de invitar en alguna ocasión.
Después de las obras maestras que semejante plantel de artistas dejó sus publicaciones, parecía que todo estaba ya dicho en materia de cómic de terror. Más alto no podía estar el listón, desde luego. Así las cosas, en 1969, en la cima de su carrera editorial, Warren vuelve a arriesgar y lanza Vampirella.
Vampirella #4
La portada del número #4 muestra a una amazona montando una bestia de aspecto dinosauroide, obra de Vaughan Bodé y Jeff Jones –en el #12 publicó Ouest, en la que asistimos a una metamorfosis ptero-sauria-, inspirada en la historieta interior “Forgotten Kingdom” (Bill Parente/ David St.Claire), y la del número #5 es obra de Frazetta y, en este caso, anuncia “Scaly Death” (Don Glut/ Billy Graham), ambientada un millón de años a.C., con la inevitable aparición sauria. En el número #11, Nicola Cuti escribió para Jerry Grandenetti The Green Plague, con un lagarto dinosauroide que recuerda a un estegosáurido.
Vampirella #5
En principio la vuelta de tuerca de Warren en Vampirella era mezclar erotismo y terror, pero la verdadera revolución será el desembarco de una nueva ola de artistas, de formación académica, a los que une su origen al otro lado del charco y un estilo moderno y fresco, que ya había hecho las delicias de los lectores de media Europa y, muy en particular, del Reino Unido que, a comienzos de los 60, del mismo modo que los Beatles y los Rolling Stones desplazaban a los viejos rockeros norteamericanos, era el país con mayor producción de cómics y algunos de los artistas más importantes del mundo, en buena medida gracias a la labor de las agencias españolas e italianas.
El personal de Selecciones Ilustradas (aquí "Creaciones Ilustradas"), visto por Carlos Giménez ("Pablo García") en Los Profesionales (1983): Fernando Fernández con bufanda, Pepe González con mechón blanco y, con camiseta de "nº1", Toutain
Dada la debilidad de nuestra industria editorial y el azote de la censura franquista [4], que constreñía la creatividad de nuestros artistas, en 1955-75 más del 40% del cómic español se realizó con destino principalmente a Europa, a través de agencias como Creaciones Editoriales (de Bruguera), Selecciones Ilustradas (1953), de Josep Toutain (1932-97) y –hasta 1963- Antonio Ayné, propietario de Ediciones Toray, que se especializó en westerns e historias románticas, o Bardon Art (1957), de Jordi Macabich, que destacó en el terreno del humor [5] y colocó en Alemania Andrax (1973), de Miguel Cussó (1921-87)/Jordi Bernet (1944), en cuyo camino se cruzará algún tiranosaurio. Lo normal era que los artistas oscilaran de una agencia a otra, como Tomás Marco, famoso en Europa por Kalar (1962).
En “Perdidos en el Tiempo” (1971, Toutain/ Manel Ferrer en Delta 99 #26), el protagonista viaja a una prehistoria en que conviven trogloditas, gigantes y dinosaurios.
Los impulsores de estas agencias eran, a su vez, creadores de cómics. Toutain es autor de la historieta de ci-fi Delta 99 (1968, con Jesús Flores y Carlos Giménez), que publicó en su propia cabecera junto a 5 por infinito [6] de Esteban Maroto, recalando luego ambas en Drácula (1972) de Buru Lan. En 1970 James Warren recibe a Toutain advirtiéndole que sólo puede concederle quince minutos... y el resto es historia:
"Beware, Dreamers" (1972)
En Vampirella #12 (1971), Pepe González (1939-2009) toma al personaje titular, al que dará forma a lo largo de toda la década [7]. Su trazo realista conquistó a los lectores americanos y sus chicas establecieron un nuevo canon estético [8]. Algo de culpa tendrá también su modelo, la granadina Juana de Haro, protagonista de fotonovelas. En el número #17, Pepe dibujó a un pterosaurio acosando a Vampi en “Beware, Dreamers” (1972, guión de T.Casey Brennan).
Pronto nuestros dibujantes monopolizarán la revista. Estén atentos a sus pantallas.
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[1] Ese mismo 1974, absorbe los pioneros tebeos españoles de terror de Ibero Mundial Dossier Negro (1968), Vampus (1971) y Rufus (1973). Sin embargo, en 1978 dejó el mundillo de los cómics y sólo Dossier Negro continuó su andadura, editada por Delta (1979-81), Gyesa (1982-86) y Zinco (hasta su cierre en 1988).
[2]Roach, D.: (2017) Masters of Spanish Comic Book Art, Dynamite Entertainment.
[3] En octubre de 1954, el Comics Magazine Association of America había prohibido imprimir términos relativos al miedo en portada, lo que supuso en pocos años el cierre de Toby Press, Key, Farrell Comic Group y, sobre todo, la popular EC de Gaines.
[4] Manuel Fraga impulsó en el Ministerio de Información y Turismo la Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles (1962), que veta en marzo de 1964 a Superman o Batman del recién instalado en España editor mexicano Novaro y mete la tijera en publicaciones patrias: Cifré debe ir a declarar a comisaría por dibujar un soborno, Ibáñez sustituirá al Dr.Frankestein de 13 Rúe del Percebe por un sastre, las aventuras del Capitán Trueno o Jabato se infantilizan... En 1969 sustituye a Fraga el falangista Alfredo Sánchez y la cosa empeoró más...
[5] Entre los artistas de la casa podemos destacar a Armando Sánchez, Badía Romero, Quesada, Nadal, Longarón, Blasco, Carlos Freixas y las estrellas de Ibero Mundial Carmen Barbará Genies o Jordi Buxadé.
[6] Maroto la adaptó junto a Neal Adams al mercado norteamericano en Zero Patrol (1984) en cuyo debut la Doctora Dark es atacada por un plesiosaurio espacial, mientras en el #4 es Orion quien se enfrenta a un ceratópsido.
[7] Aunque desde el número #34 comienzan a aparecer colaboraciones de José Ortiz o Leopoldo Sánchez y desde 1977 comparte la tarea con Gonzalo Mayo. Aunque dejó la revista en 1979, regresó para dibujar historias inéditas en los últimos números, en 1982. Otros artistas que pusieron sus lápices al servicio de la vampira más sexy del cómic fueron Esteban Maroto, Escolano, Ramon Torrents, el filipino Rudy Nebres o el peruano Pablo Marcos.
[8] En palabras del dibujante Carlos Giménez: “Pepe González enseñó a hacer mujeres a casi todos los artistas españoles y a gran parte de los franceses y americanos”. El propio Frazetta le dedicó unos elogios similares.
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