lunes, 3 de enero de 2022

Superhéroes y dinosaurios (XXIV): Jerry Siegel

Junio de 1932. Cedar-Central, una deprimida barriada del guetto negro de Cleveland (Ohio). Una pandilla entra en la mercería de Mitchell Siegel –Sigalowitz cuando llegó a Ellis Island con su mujer y sus dos hijas mayores-, un inmigrante judío de Lituania. Uno de ellos se prueba un traje y sale con el puesto, sin pagar. Cuando Mitchell va tras él, otro se le atraviesa, cortándole el paso. A un mes escaso de su sesenta cumpleaños, el corazón de Michel Siegel no pudo resistir la impresión. Su mujer, Sarah, se quedaba sola con sus seis hijos. El más pequeño, Jerome “Jerry” (17 años), fue el que peor lo sobrellevó.

El año anterior, en el Instituto de Glenville (el gueto judío de Cleveland), Jerry se había hecho amigo de Joseph Shuster, nacido en Toronto hijo de un judío holandés y una judía ucraniana. Jerry era un fanático de las películas, las tiras de cómic y, especialmente, las revistas pulp de ciencia-ficción. De hecho, había publicado su propio fanzine, Cosmic Stories, que llegó a anunciar en las revistas pulp de Hugo Gernsback, y para el que contó con la colaboración de la escritora de ciencia-ficción local Clare Winger Harris.

Amazing Stories, de Hugo Gernsback

En octubre de 1932, apenas cuatro meses después de la trágica muerte de su padre, Jerry y Joe publican el fanzine Science Fiction, donde volvió a colaborar Harris y que llamó la atención de Raymond Palmer, padre del fandom. En el número #4 (enero de 1933) apareció el relato The Reign of the Superman, protagonizado por un indigente al que inoculan un suero hecho con el polvo de un meteorito, tras lo cual comienza a escuchar los pensamientos de la gente. Según el propio Siegel, se habría inspirado en el superhombre de Nietzche, aunque lo cierto es que en Science Fiction #2 Jerry había publicado una crítica de Gladiator (1930, John Wylie), que versa sobre un científico que experimenta inyectando a su mujer embarazada un alcaloide de su invención y su hijo obtiene la fuerza de una hormiga, que le permite levantar un coche en el aire, y la capacidad de salto del saltamontes...

Action Comics #1

Los dos amigos entendieron rápido el potencial de los primeros comic-books, como “El detective Dan, operativo secreto nº38”, que por sólo 10 centavos (vendían Science Fiction a 15) recopilaba tantas tiras de prensa que equivalía a comprar el periódico un año entero. Y decidieron lanzar su propio comic-book, con Supermán... pero la editora de Detective Dan les contestó que no iban a seguir publicando cómics y Shuster hizo pedazos los dibujos. Siegel contactó entonces con otros artistas [1], aunque acabó regresando con Shuster y le mostró su nueva idea de Supermán, mucho más parecido al protagonista de Gladiator, además de otras series de las que también elaboraron muestras.

En principio a National Allied Magazines (1934, más tarde conocida como DC), del mayor Malcolm Wheeler-Nicholson, no le interesó Supermán pero sí Henry Duval y Dr. Occult, las primeras series profesionales de Siegel y Shuster, que publicó New Fun en octubre de 1935, y luego les publicarán muchas otras series (Federal Man, Calling all Cars –luego Radio Squad-, Bart Regan o Slam Bradley). El dúo intentó colocar a Superman en la prensa, también sin mucha fortuna [2].

La Navidad de 1937, el mayor cede el negocio por dificultades financieras a su distribuidor, Harry Donenfeld, que había forzado su quiebra comprando a 50 centavos el dólar sus deudas con el impresor. Jack Liebowitz, su hombre de confianza, llama a Max Gaines, que había sido el responsable de colocar Famous Funnies en los kioscos y, luego, Popular Comics para el Mc Clure Syndicate, y le encarga un nuevo comic-book: Action Comics, al que quieren dar un carácter más pulp que sus antecesores. Max se acuerda de las muestras de Supermán y Liebowitz compra los derechos por 130 dólares: a 10 dólares la página, el doble del caché del dúo.

El 18 de abril de 1938 apareció Action Comics en los quioscos. Vendió 130.000 ejemplares, como el número #2. El número #3 llegó a 159.000 copias pero los dos siguientes superaron las 190.000. Naturalmente, el McClure Syndicate cambió su apreciación sobre el personaje (aún a costa de ceder a Donenfeld el 40% de los beneficios) y, en enero, Superman comienza sus andanzas en el Houston Chronicle, al que pronto se añade el San Antonio Express. Sin embargo, los autores no vieron un duro de estas tiras, ya que el acuerdo con Liebowitz permitía al editor utilizar cuanto quisiera el material. Cuando Siegel y Shuster se quejan, les ofrecen un acuerdo: si permanecen en la editora en exclusiva diez años, se les permite hacer tiras para el McClure a cambio tan sólo de una comisión del 10%.

Superman #4

En junio de 1939 aparece el primer número del comic-book Superman, con una tirada inicial de 900.000 ejemplares. Shuster necesita ayuda y abre su propio estudio, donde le ayudan Paul Lauretta, Paul Cassidy, Dennis Neville o, en 1940, John Sikela y David Boring. En Superman #4 (marzo de 1940), Lex Luthor provoca la inundación de la Costa Oeste, donde construye una ciudad protegida por una barrera de cristal y pterodáctilos. El archienemigo del hombre de acero le hace prisionero y le explica que ha recreado toda clase de vida pretérita en su laboratorio. Esto le dará a Supermán después la ocasión de pelear a puñetazo limpio con un terópodo, demostrando así que su superfuerza es superior a la de los seres más poderosos que han poblado el planeta.


El éxito de Superman provocó una legión de imitadores. La compañía de Víctor Fox, que compartía edificio con DC, fue una de las primeras en apuntarse al carro. Las similitudes entre los dibujos eran obvias y el juez falló el plagio, que había sido ordenado por Fox a su dibujante, Will Eisner. El siguiente año DC interpondría otra demanda por plagio de Superman contra Fawcett Comics por su personaje Captain Marvel.

Superman protagonizó un programa de radio que salta a las ondas en febrero de 1940. Y los Fleischer Studios produjeron una series animada (1941) donde el héroe vuelve a encontrarse con dinosaurios en el episodio “The Artic Giant” (1942), que coprotagoniza un monstruo que vuelve a la vida tras millones de años de hibernación en el Polo y no se le ocurre otra cosa que aprovechar para hacer una visita turística a Metrópolis.

Mientras cumplía el servicio militar (1943-1946), Jerry supo por Joe que DC había presentado a su creación Superboy sin contar con él y demandaron a DC por los derechos de sus personajes, aceptando 94.000 $ para no apelar cuando un juzgado falló una primera sentencia a favor de la editora que, acto seguido, prescindió de sus servicios. A pesar de sus poderes, Superman acababa de perder a sus padres.

Sin embargo, las dificultades económicas y la inestabilidad laboral condujeron a Jerry de regreso a DC para escribir historias de Superman no acreditadas en 1959 bajo el control del editor Mort Weisinger. En muchas de ellas encontramos dinosaurios:

Brainiac

«Brainiac’s Super–Revenge!» (Action Comics #280, con Curt Swan, 1961), en una de cuyas primeras viñetas, vemos la cápsula de animación suspendida en la que Supermán encerró al supervillano extraterrestre, enviándolo al pasado más remoto de la Tierra para que no molestase... hasta que al inventor de la rueda se le escapa una, que se estrella contra la cápsula.

«Stranded in Evolution Valley!»

«Stranded in Evolution Valley!» (Superman’s Pal Jimmy Olsen #59, con John Forte, 1962), donde un Supermán-robot se estropea y, en lugar de trasladar a Jimmy al futuro como éste le pide (caprichoso, el muchacho), le lleva al “Mesozoicolítico” (una prehistoria alternativa muy común en los mundos de ficción, en la que los hombres convivían con los dinosaurios), donde es llevado por los aires por un pterodáctilo y luego está a punto de ser devorado por un tiranosaurio del que le libra un gorila gigantesco imitando su pedrada a un lagarto.

Superboy #87

George Papp ilustró tres guiones de Jerry para Superboy #87 (1961), #102 (1963) y #111 (1964): «The Scarlet Jungle of Krypton», en la que habita un ceratópsido cuya gola refleja sus deseos, que reaparece en «The Secret of Krypton’s Scarlet Jungle», y «The Mental Emperor!», un villano en el que se hacen realidad los sueños más húmedos de cualquier paleontólogo, ya que le basta una orden mental para obligar a los fósiles a reconstruirse solitos.

En diciembre de 1965, Jerry publicó su última historia en DC, alertada de que preparaba una nueva demanda por los derechos de autor de Superman, que tampoco tuvo éxito. En 1975 (vísperas de la película que protagonizó Christopher Reeves), los autores lanzaron una campaña de protestas por el trato recibido de DC. Warner Communications, la empresa matriz de DC, les concedió una renta vitalicia de 20.000 dólares anuales (luego 30.000) y garantizó que en todos los productos de Superman constaría "creado por Jerry Siegel y Joe Shuster". Tres años después del fallecimiento de Jerry, en 1999, su viuda y su hija presentaron un aviso de terminación de derechos de autor. Warner Bros. se opuso y tuvo lugar una nueva batalla legal [3].

Superboy #111

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[1] Como los ilustradores de Tarzán Hal Foster o J.Allen St.John. Finalmente, llamó la atención de Russell Keaton, que había colaborado en Buck Rogers. Keaton dibujó algunas tiras pero, tal vez ante la dificultad de colocar las muestras, decidió no seguir jugándosela con aquel joven guionista amateur.
[2] United Features habla de “una muestra de trabajo bastante inmadura”, para el Ledger Syndicate “ya ha pasado el tiempo de asuntos interplanetarios y superhumanos”.
[3] En 2001 DC ofreció un acuerdo millonario. En 2008, el juez dictaminó que los herederos de Jerry tenían derecho a reclamar una parte de los derechos de autor en Estados Unidos (el fallo no afecta los derechos internacionales que Time Warner ostenta sobre el personaje a través de su filial DC Comics), aunque ambas partes apelaron el fallo y en 2013 fue revocado, dictaminando que se seguiría el acuerdo de 2001.

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