viernes, 17 de enero de 2025

Unas cuantas ilustraciones dinosaurianas... (XCVIII)

Tylosaurus & Pteranodon (Sara Godinho)

Ya está aquí la primera ronda de ilustraciones dinosaurianas del año, que viene con bestiarios medievales, chamanes mesozoicos, dinosaurios al estilo de las pinturas de ganado del siglo XVIII y tiranosaurios de mundos fantásticos. Todo variadito, y con técnicas y estilos diversos...

Волшебство юрского периода (Alena Che)

DSA: Schlinger (Devourer) (Karin Wittig)

Barsboldia drawn in the style of 18th century cattle paintings (Netchimen Revery)

Dinosaur through the city (Valentina Tu)

Claynosaur (Ben Bauchau)

jueves, 16 de enero de 2025

Le Cercle des Intrépides

El próximo 21 de marzo, Ediciones Dupuis pone a la venta  “L'épée de Zgangver”, el primer volumen (96 páginas) de Le Cercle des Intrépides, una saga de fantasía heroica con un toque mesozoico y el estilo de la casa, que no puede defraudar a los amantes del buen cómic, y menos a los del cómic saurio.

Como buen cuento que se precie, la historia comienza “Érase una vez, en el reino de Enegaur...” y narra la historia de la legendaria espada Zgangver, que convierte automáticamente en rey indiscutido al que se apodera de ella (la vieja leyenda artúrica, vaya, nada especialmente original hasta ahora). Pero el monarca que la detenta actualmente la daña en una batalla y tiene que entregarla para su reparación. El herrero del pueblo debe ausentarse y confía el trabajo a su hija Devane, la protagonista de la saga.

Como era de imaginar, surgen problemas. Un pterodáctilo loco que pasa roba la espada y vuela hacia lo desconocido. Devane le persigue con sus amigos Korwin y Nikki (los tres son el “círculos de los intrépidos”) y, por el camino, encuentran todo tipo de criaturas estrambóticas, como los triceratops bizcos...

"Dino Riders" (Massimo Di Leo)

Los autores de esta madrugadora saga de 2025 son el guionista belga Marc Dubuisson y el dibujante italiano Massimo Di Leo, ya conocido por los seguidores de este blog, puesto que hace poco más de dos años tuvimos ocasión de mostraros alguna de sus ilustraciones dinosaurianas por aquí. Además de tocar jazz con su piano y su teclado electrónico, lo que más le gusta a Massimo es dibujar, y después de graduarse en la Escuela Internacional de Cómics, trabajó como realizador de fondos para varios estudios de animación en Roma. También ha ilustrado juegos de mesa y arte conceptual para videojuegos (por cierto, se encargó de la portada de “L'île de l'aventure”, una entrega de la adaptación de Animal Crossing a BD) y juegos de cartas.

Marc Dubuisson (1983), en cambio, lleva bastante tiempo en esto de los cómics. Entre toda su producción, debemos destacar por motivos obvios Les Philosaures (Delcourt, 2021), con dibujos de Régis Donsimoni. Se trata de una antología con un centenar de historietas breves en la que los dinosaurios reflexionan sobre lo absurdo de la vida, la justicia, la felicidad (¿comer o ser comido? ¿puedes sentirte pequeño en el universo cuando mides 30 metros?) y cuestiones más prosaicas, como los beneficios del deporte, la vanidad de la moda... las hemorroides o direcciones de correo electrónico que envejecen mal, como ptiranosaurus-sex.

miércoles, 15 de enero de 2025

Viajando al pasado con PlaeoGirlo

Vamos con nuevas rondas de "Viajando al pasado con..." para este 2025, y lo hacemos con el artista conocido como PlaeoGirlo. Aunque él mismo nos pide en su bio de DeviantArt que ignoremos este nickname que se puso en la web hace años, lo cierto es que no sabemos el nombre real de este ilustrador de Polonia. Si sabemos, eso sí, que tiene un gran interés en la paleontología, como queda patente en sus trabajos, y que es gran admirador de la mítica paleoartista Eleanor Kish. PlaeoGirlo maneja tantísimos estilos distintos que es imposible decidir cuál es tu favorito; mejor os dejamos una muestra de todos ellos y ya lo gestionáis vosotros como podáis. Esperamos que os mole.













martes, 14 de enero de 2025

Los Picapiedra, unos dinosaurios y Bigfoot te saludan llegando a Cripple Creek

Cripple Creek es una ciudad del condado de Teller en el estado de Colorado (Estados Unidos) que cuenta con una población de algo más de mil habitantes. Se trata de un antiguo campamento minero de buscadores de oro ubicado a unos treinta kilómetros al suroeste de Colorado Springs. Los primeros colonos llegaron allí a mediados del siglo XIX, y en 1890, un ganadero llamado Bob Womack descubrió oro y Cripple Creek cambió para siempre. En 1900, más de 50.000 personas llegaron hasta el campamento aurífero, y en 1918, tras la época dorada de la explotación en la zona, se habían extraído más de 300 millones de dólares en metal precioso en lo que sería la última gran fiebre del oro en América del Norte. En la década de 1920, solo quedaban unas 40 minas, pero dos décadas después, en los 40, la ciudad comenzó a promocionarse como destino turístico, ofreciendo a los visitantes una mirada al pasado...

Entre los reclamos del municipio están las visitas guiadas por varios pueblos fantasmas, las minas y los pozos de oro, el Cripple Creek Ice Festival (con sorprendentes esculturas de hielo), el Donkey Derby Days (desfiles y carreras de burros), o los Ice Castles (espectaculares cuevas y construcciones de hielo). Pero también encontramos joyas no tan evidentes ni tan conocidas como estos eventos. 

Estamos hablando de un conjunto escultórico situado a un lado de la Ruta 67 entre Divide y Cripple Creek, a unos siete kilómetros al noreste de esta última localidad, en el que podemos ver a una surrealista familia Picapiedra que nos da la bienvenida a su particular Bedrock. Junto a ellos encontramos varios dinosaurios y un pterosaurio de aspecto tan entrañable como alejado de cualquier rigor científico. 






La guinda del pastel es un Bigfoot de ojos rojos que sonríe en la lejanía y que hace del conjunto una visita ineludible para los/as amantes de las esculturas dinosaurianas...



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Más información:

lunes, 13 de enero de 2025

Cromosaurios (V): Los dinosaurios más desastrosos de posguerra

Han pasado ya algunos años de la serie que dedicamos a los cromos de dinosaurio y ya había ganas de volver para una actualización. Si te gusta el coleccionismo, prepárate porque tenemos material para unas cuantas entradas más.

Como sabemos, a veces, los cromos de la España de posguerra, más que divulgar, desinformaban. Así, cuando Enrique Pertegás buscó documentación para dibujar sus cómics Ultus, rey de la selva o Silac, el hombre león, se encontró con el “Rinoceronte Tricornio” (Triceratops), que aparecía en la colección de la casa Chocolates Díaz Animales prehistóricos. Sin embargo, esto es sólo la punta del iceberg. Agárrate bien, que vienen curvas.

"Mastodonte drogus", prueba de que en la España de posguerra ya existía el LSD

Otra chocolatera, Chocolates Guillén, de Hospitalet de Llobregat, es la artífice de la colección Historia natural, a la que pertenecía la serie “Animales prehistóricos”, que distribuyó junto a sus productos en los años 30. Las figuras de estos cromos se recortaban para pegarlas en el álbum. Se trata de la serie de cromos más desastrosa que hayamos encontrado, no ya en España, sino en cualquier latitud. Y si no me creen, pasen y vean:

"Animal Pterodáctilos"

Se abre la serie con el cromo dedicado al “Animal Pterodáctilos” que, como puede verse en la imagen, es un herbívoro bípedo que recuerda bastante a Iguanodon. El siguiente cromo tampoco tiene desperdicio, pues se trata de “El Mastodonte”, proboscídeo cuya imagen no difiere en absoluto de la de Triceratops. Tras un mamut algo más razonable, continúa la serie “La serpiente gigante de mar”, una especie que recoge cualquier tratado de paleontología que se precie. A unos cazadores prehistóricos, que parece que van a enfrentarse a todas estas bestias anacrónicas con hondas, sigue el “Dinosaurio”, que podría hacer pensar en una representación genérica del orden, pero que el texto acota bastante en cuanto a dimensiones, por lo que debe referirse a una especie (¿cuál?) concreta: “Gigantesco animal de los tiempos geológicos. Antediluviano, medía 15 metros de largo”.

"Mastodonte"

El octavo cromo, dedicado a “El megaterio” muestra a un reptil con un cuerno nasal enorme (véase arriba), que podría corresponder a Ceratosaurus; el texto no aclara gran cosa: “Animal prehistórico del cual se han encontrado fósiles en América”. Más adelante encontramos al “Mastodonte Drogus”. Lo de drogus aporta algo de luz taxonómica, al menos, en cuanto a de dónde sacaba la inspiración el encargado de poner los títulos a los cromos, ya que la imagen que aparece en el cromo es la de Stegosaurus. El lamentable “Plesiosaurio” que le sigue tiene patas en lugar de aletas y la cola enroscada como un sacacorchos. Y cierra la serie el “Megaterio Olus”, que resulta ser otro ceratópsido...

El álbum de Chocolates Guillén, con los engendros al completo

Animales prehistóricos es, de nuevo, el originalísimo título de una colección lanzada alrededor de 1940 por Ediciones Barsal, fundada por Juan Barguño y Emilio Salvat en Barcelona, y que publicaron numerosas colecciones de cromos durante la posguerra. No conocemos el equipo creativo al que se encargó esta colección, pero está claro que no dedicaron un solo segundo a documentarse. El resultado es espectacular en término desinformativos, y no hay ni un cromo que no merezca la pena comentar, pero vamos a centrarnos en los arcosaurios mesozoicos:


La primera de las tres series de que consta la colección se abre con el cromo dedicado al “Dragon o Estegosauro del Periodo Primario”. Si ya es difícil acumular más incorrecciones en un mero título, la imagen que lo ilustra está basada en la reproducción de C. E. Swam de Pareiasaurus.


Los autores han oído campanas pero no saben dónde y el cuarto cromo, con la imagen de Iguanodon es titulado “El Pareiasaurus”. La siguiente estampa corresponde a un hadrosaurio y, si no hubiéramos visto ya al “dragón-estegosauro” y al “iguanodon-pareiasaurus” podríamos justificar que se titule lacónicamente “El Dinosaurio”; con todo, el redactor del texto tiene otro animal en la cabeza cuando escribe el texto: “Tenían la cabeza relativamente pequeña, el cuello largo y la cola larga y robusta...”, lo que hace pensar inmediatamente en un saurópodo, si bien continúa “...y los que frecuentaban el agua tenían los dedos unidos por una membrana”. El sexto cromo está dedicado a “El Diplodocus de Carnegie” que, nos cuentan, es “Conocido también por el Reptil gigante de Wyoning (sic)”. En séptimo lugar tenemos a un Dimorphodon que presentan como “El Pterodáctilo”. “El ictiosaurio" nos parece una mezcla de delfín y pez espada, “El ceratosauro” tiene un cuello demasiado esbelto y la cabeza muy pequeña, pero el que más lástima da es “El plesiosaurio”, cuyo hirsuto cuello hace pensar en una tortícolis extrema y que, pese a que el texto reza que “vivía siempre en el agua”, se nos muestra con las cuatro aletas posadas en tierra firme contemplando una puesta de sol, contaminada por las emanaciones de los volcanes.

"El mosasauro"

En la segunda serie encontramos plesiosaurios más afortunados, nadando en su elemento y dejando que su cuello se flexione a voluntad, aunque “El mosasauro” es retratado sobre unas dunas junto a su retoño, posiblemente ya fiambre a causa de la caló. También a “El Pterodáctilo gigante”, un pobre animal albino acorralado contra unas rocas y con el pico retorcido cual sacacorchos; para colmo, el texto indica que “se caracterizan por tener el cráneo débil”. Sigue “El iguanodonte”, cromo que se ilustra con la imagen de un estegosaurio… Cierra la serie “El Archaeopterix”, que sale mejor parado que sus compañeros mesozoicos. El único arcosaurio de la tercera serie es “El Tilosaurio”, pero no hemos encontrado el cromo.

"El iguanodonte"

Vamos a cerrar el post con una colección más moderna, lo que no la hace sino más reprochable, en tanto la información disponible había aumentado desde los tiempos de escasez (material e intelectual) de la posguerra. La empresa de Barcelona especializada en souvenirs y postales Comercial Escudo De Oro S.A. (1956) publicó junto al editor madrileño L. Domínguez una colección a la que pertenece la serie “Animales prehistóricos y reptiles” (al menos, hay que reconocerles algo de originalidad con respecto a los antecesores que hemos visto, al añadir “y reptiles”), que vuelve a mostrar las carencias paleontológicas de nuestros abuelos.


Inaugura la serie el nefando cromo “El Higuanodon”, un animal que, según nos cuentan, se defendía de los depredadores “con los fuertes golpes de su cola, recubierta de placas óseas...”. Otro interesante cromo está dedicado a “El Triceratops”, un “Mamífero fósil del orden de los dinosaurios ornistiquios (...) Se le considera antepasado del rinoceronte (...) Su sólida dentadura denota que era carnívoro.”

"El Triceratops"

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