En los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, el cómic logró alcanzar una popularidad inaudita en España, una edad dorada que no se volverá a repetir. Manuel Gago es autor de algunas de las series más populares del periodo, como El pequeño luchador, El espadachín enmascarado, Purk, el hombre de piedra o, sobre todo, El guerrero del antifaz. A pesar de no ser un gran dibujante, sí logró con sus ilustraciones transmitir una acción vibrante y encandiló a varias generaciones de lectores. Muchos jóvenes conocieron a los grandes reptiles mesozoicos a través de sus tebeos. Su condición de autor de las principales series de ambientación prehistórica de la edad de oro del tebeo español justifica que le dediquemos, no un post, sino toda una serie.
El 7 de marzo de 1925 nace en Valladolid Manuel Gago García, el mayor de los cinco hijos (Luis, Pedro, Pablo y Rafael) del matrimonio formado por Manuel Gago Bataller y Amparo García Pérez. Manuel Gago padre era natural de Santa Cruz del Sil (León) y parece que le habría transmitido a su hijo la disposición para el dibujo, ya que a los 26 años participó en unas oposiciones para delineante de obras públicas del Ministerio de Fomento [1]. Al comenzar la Guerra Civil, Manuel hijo contaba nueve años y la familia vivía en Madrid. Manuel Gago Bataller fue movilizado el 6 de octubre y a finales del mismo mes ascendido a brigada de artillería [2]. Será trasladado a Onteniente (Valencia) donde, el 7 de enero de 1937, es diagnosticado de “bronquitis y agotamiento nervioso” [3], una semana antes de ser promocionado a alférez del Ejército de operaciones del Centro [4]. No tardará en ser ascendido a teniente, actuando como pagador habilitado del Parque Principal de Artillería en Albacete, donde finalmente es promovido a capitán [5]. Al acabar la Guerra, será represaliado por pertenecer al ejército de la
República y enviado a prisión [6], donde permaneció tres años.
Viñeta de la tira de Flash Gordon del 21 de enero de 1934
De este modo, con sólo catorce años, Manuel Gago García se convierte en el sustento de la familia, trabajando en lo que le va saliendo. En el tiempo que le queda libre, se dedica a lo que de verdad le gusta: escribir y dibujar historietas, como las de sus admirados
Alex Raymond y Emilio Freixas, cuyas influencias asimiló fusionándolas en un estilo propio, eficaz y sugestivo pese a su rudeza [7]. Aunque la preparación de Gago fue esencialmente autodidacta, su casero, el pintor y escultor Diego Rivera Morcillo, le facilitó algunas orientaciones sobre los encuadres y la movilidad para que puliera su técnica de dibujo [8]. De las enseñanzas habituales de Rivera puede dar testimonio otro alumno al que sabemos que formó dibujando copias de Murillo y de escultura clásica [9], el pintor Miguel Cano: “
Dibujábamos estatuas, bustos, modelábamos con barro, aprendimos a encajar... Los dibujos los hacíamos en papel de estraza” [10].

En 1942, a pesar de que su estilo era aún bastante rudimentario, Manuel debutó con El espíritu de la selva en la editorial Hispanoamericana [11]. El siguiente año consiguió publicar también en Editorial Marco (Viriato) y llamó la atención de Editorial Valenciana, donde desarrollará sus viñetas a partir de entonces. Resulta llamativo que un artista bisoño sea capaz de colocar su obra en tantas editoras pero hay un importante factor que jugó en su favor: la Guerra y la depuración que le siguió habían dejado fuera de juego a muchos artistas y las editoriales no tenían dónde elegir. Las consecuencias del conflicto resultaron especialmente duras en Valencia [12].
Primera versión de Carlos Ray, corazón de acero
Entre los primeros trabajos de Gago para Editorial Valenciana, en 1943, encontramos Niño Gonzalo, Aventuras de Richard y Bakuto o el encargo de la editora de redibujar los guiones de Carlos Ray, corazón de acero, que pudo dibujar con poca fortuna en 1941 Eduardo Vañó [13], y que volvió a pasar prácticamente desapercibida.
Aunque ya en la portada de la primera versión de Carlos Ray podemos ver a un dinosauroide extraterrestre amenazar al protagonista, los animales que Gago introdujo en el episodio Aventuras de Richard y Bakuto "La caverna de los monstruos" son completamente originales: pterodáctilos y una especie de saurópodos cornudos, como el que introdujo su admirado Alex Raymond en la tira del 21 de enero de 1934 de Flash Gordon.

Seguimos en 1943. Mientras se encuentra convaleciente de tuberculosis en el hospital de San Julián de Albacete, Manuel Gago se inspiró en la novela de Rafael Pérez y Pérez, Los cien caballeros de Isabel la Católica (Editorial Juventud, 1934) para realizar el tebeo “El juramento sagrado”, publicado por Valenciana ese año y germen de una nueva serie, El guerrero del antifaz [14]. Diseñadas para no tener problemas con la censura, las aventuras de Adolfo de Moncada alcanzarán pronto unas tiradas de ochocientos mil ejemplares (Gago Quesada, 2006) y llegará a las ochocientas entregas, convirtiéndose en el mayor éxito de Valenciana, junto a Roberto Alcázar y Pedrín, contribuyendo así a uno de los fenómenos del tebeo de posguerra: la consolidación a nivel editorial del género de aventuras en Valencia, rompiendo con el eje binario de Barcelona-Madrid [15]. La
fama de Gago se extendió por todo el país, de la noche a la mañana. Contaba sólo diecinueve años.

Las aventuras de Richard y Bakutu.
Los pterodáctilos de Gago tienen cresta de Pteranodon y cola de golondrina.
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[1] D.O. del Mº de Marina de 12 de septiembre de 1928; Gaceta de Madrid –hoy conocida como BOE– de 16 de septiembre de 1928.
[2] D.O. del Mº de la Guerra de 28 de octubre de 1936.
[3] Ficha del Comité Sanitario del Hospital de Sangre de Onteniente.
[4] D.O. del Mº de la Guerra de 13 de enero de 1937.
[5] D.O. del Mº de la Guerra de 22 de abril de 1938.
[6] Tribunal Militar Territorial 1, Sumarísimos, Albacete 1939, Sumario 4001, Caja 14904, Orden 10.
[7] Lara, A. (1969) El guerrero del antifaz, ¡Bang! 1: 11-18.
[8] Colorado, M. (2021) Valeriano Belmonte nos descubre al ‘Guerrero del antifaz’ más albaceteño El digital de Albacete, 10 enero de 2021.
[9] Sanz Gamo, R. (1984) Pintores albacetenses contemporáneos 1900-1983.
[10] Cano, M. (2015) En esta ciudad se han cometido barbaridades contra el patrimonio. La tribuna de Albacete, 1 de febrero de 2015.
[11] Fernández Martínez-Portugués, R. (2011) Héroes de antaño: personajes del cómic español en la posguerra. (PhD Thesis, Universidad Complutense de Madrid, Madrid).
[12] El golpe de estado y el posterior conflicto bélico posterior provocaron que la principal editora de tebeos valenciana, Guerri (K.K.O., La Traca), fuera colectivizada y sus rotativas puestas al servicio de la República, aunque la escasez de papel y la movilización del personal acabarán por paralizarlas por completo. Tras la Guerra, el pionero Juan Pérez del Muro (Colilla, 1929) fue encarcelado por haber pertenecido a CNT-FAI, Miguel Carceller y el dibujante Carlos Gómez “Bluff” fueron fusilados por haber usado La Traca como arma contra el fascismo, mientras otro de sus ilustradores, Luis Dubón, no volvió a dibujar; Vercher había fallecido de tifus en 1934 y Pertegás se salvó porque había abandonado la revista en 1933. El vacío que creó esta generación de artistas amputada por el fascismo fue una oportunidad para los jóvenes sin experiencia que deseaban introducirse en el sector.
[13] Porcel, P. (2003) Clásicos en Jauja. La historia del tebeo valenciano 1930-1965, Ediciones de Ponent, Alicante. Se desdice en Porcel, P. (2010) Tragados por el abismo. La historieta de aventuras en España, Ediciones de Ponent, Alicante.
[14] Ibeas-Altamira, J. M. (2022) Manuel Gago: La catarsis en las viñetas. Teatro: Revista de estudios culturales 35: Article 3.
[15] Merino, A (2003) El cómic hispánico. Cátedra.