Gastrocómic Saurio
Portada de Eating the Dinosaur (2009, Chuck Klosterman)
A los que siempre os han parecido malotes los tiranosaurios, con esa bocaza diseñada para convertir a cualquier otro ser en hamburguesas, os diría que tendríais que hacéroslo mirar un poco… Aquí, el único “bicho” capaz de comerse a cualquiera es el que ves por las mañanas en el espejo mientras te lavas la jeta. Hasta cuando es materialmente imposible, por aquello de las diferentes eras geológicas que nos ha tocado vivir, a más de uno parecen hacérsele agua las papilas gustativas cuando les mencionas a los dinosaurios... Oye y, ¿a qué sabrían los dinosaurios? A pollo, seguro. Los pollos son dinosaurios de hecho. Y ya lo dijeron en Matrix: todo acaba sabiendo a pollo. Si eso no es curiosidad malsana, que venga el espíritu saurio y lo vea. ¡Eh, ya ha habido periodistas que se lo han planteado!
¿A qué sabe la carne de dinosaurio?
Así que el día que alguien consiga clonar un dinosaurio se hará millonario… pero no por su contribución a la ciencia. El dueño de algún restaurante “exclusivo” le ofrecerá un montón de machacantes para poder despedazarlo y convertirlo en bistecs y turnedós.
A continuación os ofrecemos el testimonio que la cultura popular (y el cómic en particular) nos ofrece de este oscuro objeto del deseo gastronómico que ocultas en tu interior, ¡Que aproveche!
Ilustración de Leo Morey para A Statue for Father
En el número de febrero de 1959, Isaac Asimov publicó A Statue for Father, en la que un físico y su hijo consiguen traer un nido de huevos de dinosaurio desde el Mesozoico al presente y, aunque no logran volver a viajar en el tiempo, los crían como mascotas. Uno se electrocuta por accidente y... ¿qué haces cuando tu mascota se achicharra y muere? Claro, no pueden evitar probar su carne y descubren que es deliciosa. A partir de ahí lo montan todo en plan industrial y fundan la cadena de restaurantes “Dinachicken”. Sin embargo, la idea no era nueva.
Ya hace algún tiempo, te hablamos por aquí de la historieta que Steve Ditko publicó el año anterior en Charlton Comics, “The Cheapest Steak in Nome” (1958, Mysteries of Unexplored Worlds #7), en la que un cocinero de Alaska se forra vendiendo sus filetes de saurópodo, procedentes de un ejemplar que ha encontrado congelado en un glaciar.
The Cheapest Steak in Nome
Seguramente, todos recordaréis la escena de la cabecera de Los Picapiedra (1959, Hanna-Barbera) en la que sirven a Pedro un costillar de saurópodo que le hace volcar el coche. El animador Gene Hazelton fue el encargado de adaptar la serie a viñetas para la prensa, dibujando la tira desde 1961 hasta comienzos de los 80. Aquí tenéis algunas imágenes de la dieta de esta simpática familia de una Edad de Piedra en la que los dinosaurios convivían (para su desgracia) en paz y anacronía con los seres humanos:
Tira de The Flintstones del 18 de febrero de 1968
Pebbles and Bamm-Bamm #3 (1994, Harvey Comics)
The Flintstones #21 (1997, Archie Comics)
“Another Day on Earth” (2017, The Flintstones # 7) por Mark Russell/Rick Leonardi
En cambio, para los personajes de B.C. (1958), de Johnny Hart (1931-2007), los dinosaurios tienen utilidad culinaria, pero no como parte del menú, como vemos en esta reciente tira, en la que el nieto y sucesor de Hart, Mason Mastroiani, nos muestra una barbacoa cuya tapa ha sido hecha con la coraza de un anquilosaurio... y es usada para cocinar hamburguesas vegetales.
Flesh
La revista de cómics más popular de Japón, Shōnen Jump, ha aportado al subgénero al popular Toriko (2008, Mitsutoshi Shimabukuro), protagonizada por un proveedor de restauración especializado en animales fantásticos… incluido algún que otro dinosauroide. Este manga sigue publicándose, ha dado lugar a algún spin-off como Gurume Gakuen Toriko (Toshinori Takayama y Akitsugu Mizumoto) en estilo chibi o SD, y ha sido adaptado a serie de animación y a la gran pantalla.
Cocinando en vivo un pterosaurio (Voracious)
Uno de los últimos éxitos de Action Lab (2010) es Voracious (2015, Markisan Naso/Jason Muhr), del que ya te hablamos por aquí. El chef Nate encuentra un traje de crononauta y viaja al Mesozoico, donde es atacado por un Quetzalcoatlus northropi que, seguramente, no ha hecho más que defender su territorio al sentirse amenazado. Le achicharra con un lanzallamas y el humo que llega a su pituitaria estimula de tal modo su instinto culinario que decide relanzar su carrera inventando las hamburguesas de pterosaurio.
El último cómic de gastronomía sauria aparecido en el mercado es Steak, autopublicado digitalmente por los británicos Will Conway/Marc Olivent. Como en Voracious, los protagonistas (Benjamin Buckland y Roger Dukowicz) consiguen una máquina del tiempo y no se les ocurre otra cosa que usarla para traer al presente carne de dinosaurio. Aquí puedes ver algunas muestras y encargar una copia.
Por cierto, para que nadie se quede con la duda: La imagen con la que abrimos el post corresponde a una colección de ensayos de temática variada, entre los que no se encuentra la gastronomía dinosauriana.
Y eso ha sido todo por hoy, ¡Bon appetit!
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