Nomen ignotum (XVIII): El brontolosaurio
Fundado en 1937 por la editoria de acción católica AVE (Anonima Veritas Editrice), Il Vittorioso fue un semanario infantil de historieta, cuna de algunos grandes artistas italianos que debutaron en sus páginas, como Benito Jacovitti o Franco Caprioli, que publicó en los números #42-48 las cuatro páginas ilustradas -no es un cómic- divulgativas que componen L'Italia nella Preistoria (1962), que le servirá como carta de presentación para que Mario Bianchini cuente con él como ilustrador de su monumental tratado (466 páginas) Viaggio attraverso la preistoria (1965).
Sebastiano Craveri (1899-1973), cuyo estilo recuerda al de los dibujos animados de la época, destacó en Il Vittorioso con su serie Zoolandia, protagonizada por animalitos antropomorfizados como el sabio Giraffone, que hacía de padre putativo del cerdo Porcellino, el osito Carboncino, el mono Jojo, el gato Micio y el pez Aprilino, de quien la zorra Birba hacía de madre.
En 1938, la pandilla de Zoolandia protagonizó el episodio “Il Brontolosauro”, traducido al francés en la revista Aventures el siguiente año como “Le Rouspétodonte”.
En esta ocasión sus aventuras les llevan en una embarcación a vapor hasta una cueva prehistórica en la que encuentran los restos óseos de un animal desconocido y, jugando a los paleontólogos, deciden montar el esqueleto, que al parecer se ha conservado completo. Entonces, se desata una tormenta y los animales se refugian en un árbol, abandonando el fósil, que una cartela describe como un brontolosaurio (rouspetodonte, en la versión francesa).
Un rayo sacude al brontolosaurio, devolviéndolo a la vida (aquí creemos notar la influencia de Mary Shelley). Visiblemente cabreado, al verse resucitado sin piel, se dirige al árbol y lo sacude, arrojando a sus
moradores al mar y, luego, zambulléndose tras ellos.
El barco llega a tierra y los animales se refugian en una fábrica. El brontolosaurio sale del agua derrengado y se agarra a unos cables para tomar aliento. Entonces, la electricidad recorre de nuevo su cuerpo (su osamenta, vaya), devolviéndole todo el vigor inicial. Arranca la chimenea de la fábrica y le pega unas caladas, como si fuera un habano. Será necesaria la intervención del ejército para afrontar la amenaza.
Aunque su nombre parece indicar cierta afinidad con el saurópodo conocido como “lagarto del trueno”, el esqueleto del brontolosaurio podría corresponder igual a un dinosaurio que a un mamífero primitivo, siendo precisamente el nombre recibido el principal carácter que hemos utilizado para calificarlo de dinosauroide. Como curiosidad, existe una papelería en Bolonia que se llama "Il Brontolosauro" y el libro del autor infantil británico W. J. Corbett "Dear Grumble" (1991), ilustrado por Tony Ross, fue traducido en Italia como "Caro Brontolosauro".
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