Llámame... Concavenator
Hace algún tiempo publicamos una serie sobre la presencia de distintos géneros de dinosaurios en la cultura popular (los posts más visitados fueron, por supuesto, los de Tyrannosaurus y Triceratops). Sin embargo, nos quedó una espinita clavada, ya que no dedicamos ninguna entrada a los dinosaurios patrios. Aunque es un tipo muy ocupado (lo mismo se va de viaje a Japón que le reclaman desde Hollywood), hemos conseguido contactar con nuestro dinosaurio más internacional. Pero, como siempre, dejemos que sea él quien se presente.
En 1966, se estrena El valle de Gwangi (Jim O’Connolly), largometraje en el que un inocente terópodo americano viene a hacer turismo a la Ciudad Encantada y la catedral de Cuenca... donde el pobre acaba chamuscado, seguramente por guiri. En esa época habría sido impensable haber contado con un actor local para protagonizar el filme debido a que... bueno, hasta 1987 no se describió a Aragosaurus, el primer dinosaurio
nombrado en España.
También en los años 80, Santiago Prieto encuentra algunas muestras fósiles en la zona de Las Hoyas cuya relevancia no se reconocerá hasta una revisión de los restos depositados en la Facultad de Educación de Cuenca, a la que siguió una excavación en toda regla en 2003 por los paleontólogos José Luis Sanz, Francisco Ortega y Fernando Escaso. Por fin, en 2010, la prestigiosa revista Nature [1] publicaba el descubrimiento del dinosaurio más completo encontrado en la península ibérica, con sus plumitas y todo: Servidor.
Les dinosaures en BD
Muy pronto demostré mi vena artística, haciendo una aparición estelar en el segundo volumen (2011) de Les dinosaures en BD (Arnaud Plumeri/Bloz), donde le hago el lío de la joroba de la suerte a Pelecanimimus para que se arrime, antes de convertirle en el bocadillo de la tarde... ¡Pobrecillo, siempre pica! Por cierto, por si no lo sabíais, él se ha movido bastante en el mundillo de los videojuegos: podéis encontrarle en Jurassic Park 3 Park Builder o en Jurassic World The Game para IOS, donde forma parte del hibrido Pelecanipteyx (Pelecanimimus + Hatzegopteryx).
The Marching Band of the Dinosaurs
Además de los cómics, también soy amante de la música y toco el clarinete en una banda de jazz. Puedes comprobarlo en The Marching Band of the Dinosaurs (2016), un libro ilustrado de la canadiense Tasha Mukanik que muestra 20 especies de dinosaurios melómanos.
Tras escucharme en uno de estos bolos, un colega flipado de los sintes me invitó a participar en su disco Slow and
Heavy (2019). El título –Lento y pesado- le pega que ni pintado a Diplodocus, aunque para disimular que había contratado a un dinosaurio, su productora trasladó a la prensa que ése era en realidad el nombre de un grupo. Diplo se enrolló tanto que me dedicó el primer corte, “Prowl of the Concavenator”, pero hay otros que no te puedes perder, como el clásico “Return of the Thunder Lizard” o las dedicadas a otros
amiguetes como el anquilosáurido “Grazing Antarctopelta” (lo del pastoreo no lo pillo, la única yerba que a Anty le mola no es de la que se come) o el hadrosaurio de Alaska “Ugrunaaluk Kuukpikensis”. Eso sí, para mi gusto le sobra el bonus track, que da un poco de mal rollo: “Chicxulub Impactor”. Puedes oírlo aquí.
El Concavenator medieval de Mario Lanzas
Son muchos los ilustradores que me han retratado, como te hemos ido contando: Mike Spiers, Marcus Blättermann, Sparrow Reed, Nuria Rodríguez, Mario Lanzas, Mateus Cosme, Juan Ignacio Bramajo... También he inspirado a escultores como Takao Ito, y se han exhibido modelos con mi efigie en el Museo Paleontológico de Castilla la Mancha, la estación de ferrocarril de Albacete-Los Llanos... ¡Incluso estuve de tour por Japón! Y es que mi imagen ha conquistado incluso a artistas callejeros y hay quien se ha currado disfraces para venderlos por Wallapop. Y por lo que se refiere a la literatura, ya te hablamos por aquí del proyecto Invertiverse que, aunque parece que aún no ha terminado de ver la luz, sigue perseverando en el intento.
Bayona y Concavenator
Animado por estas experiencias, me vine arriba y envié mi currículum a Spielberg, proponiéndole rodar un remake de El jorobado de Notre-Dame en la catedral de Cuenca, donde vengaría a Gwangi comiéndome un sacristán y un par de monaguillos. Me contestó bastante interesado (reconozco que engordé “un pelín” el CV, pero si uno se va a tirar pegotes, mejor se los tira gordos). Sin embargo, ya tenía toda la pasta metida en otra producción. Así que me remitió el guión de Jurassic World: El reino caído (2018) y le dije que me parecía bien siempre que la dirigiera un español, como Almodóvar, por ejemplo (Buñuel ya no estaba disponible). El bueno de Steven me hizo ver que el filme no casaba mucho con el estilo del manchego y pronto nos pusimos de acuerdo en que Juan Antonio Bayona era la mejor opción. Está mal que yo lo diga, pero mi éxito ha sido incuestionable y para explotar mi imagen se ha producido todo tipo de merchandising, como muñecos o videojuegos.
¿Aún no habéis hecho la carta de los Reyes?
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[1] Ortega, F., Escaso, F., Sanz, J.L. 2010. A bizarre, humped Carcharodontosauria (Theropoda) from the Lower Cretaceous of Spain. Nature #467.
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