martes, 8 de septiembre de 2020

Nomen ignotum (VIII): De Disney a Burroughs

Uno de los primeros éxitos de Disney fue el conejo Oswald. Cuando perdió los derechos sobre el personaje por una triquiñuela del matrimonio Mintz, sus productores de Nueva York, inventó al similar ratón Mickey y ya nada volvería a ser igual. Pero Oswald seguiría su andadura en la pantalla y también pasó al cómic. En los años 40 su aspecto había cambiado bastante y ya no había ninguna similitud con Mickey. En “Oswald the Rabbit and the Prehistoric Egg” (1947, Four Color #143), John Stanley (1914-1993)/Dan Gormley (1918-1988) hacen encontrar al conejo un huevo prehistórico del que saldrá un desgarbado “gargosaurus” verde con motas rojas y la típica nariz disneyana.

Giorgio Pezzin (1949)/Giorgio Cavazzano (1947) publicaron en el Almanacco Topolino #255 (1978) “Zio Paperone e il giocattosauro”, en la que el tío Gilito envía a sus nietos al Amazonas en busca de un dinosaurio juguetón para exhibir en su circo. Y lo que se encuentran es realmente una mascota de varias toneladas dispuesta a arrojarse en brazos de sus dueños.

Pluto, los "jóvenes castores" y el hadrosauroide conocido (sólo en este cómic) como Colossaurus

Carl Fallberg (1915-96) dibujó la historieta de Mickey Mouse “Stupidosaurus” (1953) en Walt Disney’s Christmas Parade #5. Y Carl Barks (1907-2000) escribió para John Carey (1915-1987) "Let Sleeping Bones Lie" (1971) en Walt Disney's Huey, Dewey and Louie Junior Woodchucks #8, en la que el Tío Gilito es víctima de una alucinación que le hace creer que cobra vida un fósil de Colossaurus duckburgus woodchucki (el último nombre es una clara alusión al grupo Scout de los sobrinos de Donald, aquí conocido como "Los jóvenes castores") que ha desenterrado Pluto.

En el corto Outta time (2019, Dave Wasson), una de las últimas apariciones de Mickey y Donald, conoceremos al Goofysaurus.

Tú, velociraptor; yo, Jane

Tras el éxito de la adaptación al largometraje animado del héroe de E.R. Burroughs Tarzán (1999), la casa del ratón produjo la serie de televisión The Legend of Tarzan, en la que hay un par de episodios con dinosaurios: “The Hidden World” (2001, Víctor Cook) transcurre en Pellucidar y en "The Beast From Below" (2002, Don MacKinnon) Terk es asustada por un Velociraptor que se ha escapado de Pellucidar. Lo cierto es que el mundo perdido ideado por Burroughs también es patria de algunos nomen ignotum.

Mahar de Don Marquez

Junto a reptiles mesozoicos conocidos a los que los lugareños han bautizado en su propia lengua, como los azdyryths o sea-dyryths (ictiosaurios), los tandorazes o sea-tandors (plesiosaurios), los gyor (triceratops) o los zarith (tiranosaurios), hay fauna autóctona como los thipdars (pterosaurios locales, para algunos serían sinónimos de pteranodón y para otros de pterodáctilo), los mahar (ranforincos inteligentes), los dyrodor (similares a estegosaurios, pero carnívoros), los gorobors (enormes lagartos usados como montura por hombres-lagarto, hay quien les identifican con cotylosaurios), los dyals (aves prehistóricas similares a phororhacos), los lidi (saurópodos de 24 a 30 metros de longitud y 12 de altura, utilizados como bestias de carga por los thurianos) o los trodon (nada que ver con los troodones; se trata de reptiles voladores con bolsa como la de los marsupiales).

Lidi de Russ Manning

En cuanto a los otros mundos perdidos de Burroughs, en Caspak los dinosaurios no son bautizados con nomen ignotum, pero en Pal-ul-Don, que nos presenta en la octava entrega de la saga del hombre-mono, “Tarzan the Terrible” (1921), conoceremos a los gryfs, ceratópsidos omnívoros multicolor de seis metros de altura.

Espectacular gryf del madrileño Benito Gallego (guión Roy Thomas)

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