Atención, noticia de alcance publicada en "Jojodrilo's Blog" la semana pasada:
En 1985, Mijaíl Kozlov, un prestigioso paleontólogo ruso, descubre lo que parece ser el mayor hallazgo de la historia del arte y probablemente de la historia del mundo occidental.
A primera vista parece improbable que un paleontólogo sea el descubridor de tal hallazgo, más propio de un historiador de arte del renacimiento. Todo empieza en las excavaciones de la ciudad rusa de Kirov, en 1967, donde entre unos restos fósiles de dinosaurios Kozlov sospecha que estos restos no han sido descubiertos si no redescubiertos. Tras las sospechas de Kozlov y sus investigaciones los restos son destruidos y borrados de la historia. De estos restos solo quedan unos torpes apuntes e ilustraciones del propio Kozlov.
Mijail Kozlov, 1970 (1932, 2002 Rusia)
Según sus estimaciones sobre el terreno y la extraña pose de las extremidades de los “reptiles” (dinosaurios), determina que en estas excavaciones falta un elemento, un objeto que estos llevaban consigo. Lo que se echa en falta es un extraño y desconocido elemento cuadrangular, pero también advierte pequeños eslabones y fragmentos de cadenas que, según él, no deberían estar allí.
Apuntes de Kozlov
Tras un análisis y estudio exhaustivos y sin tener ninguna prueba física excepto sus apuntes sigue la pista de estos extraños objetos, los eslabones de cadena, hasta la Basílica de San Basilio, Moscú.
Ubicación de la tabla y fragmentos de la cadena según Kozlov
San Basilio (Vasili s.XVI), que era un “blazhenny”, un “bienaventurado”, como se llama en Rusia a los “locos de Dios”. Tenía fama de santo y era muy respetado y venerado por el pueblo como tantos otros similares a él a lo largo de Rusia. Desde jovencito contaba con un especial don de clarividencia, se negaba a dormir bajo techo, iba todo el año desnudo y descalzo, y llevaba cadenas de penitente. Por esto y por otras razones hasta ahora desconocidas fue denominado el santo loco. Cuando murió, fue enterrado en el cementerio de la entonces iglesia de la Santa Trinidad en el Foso con parte de sus pertenencias. El zar (Iván el terrible) y sus boyardos portaron personalmente el ataúd. Desde entonces no se abrió el féretro donde se ocultaba esta tablilla. Pese a construirse una capilla donde se trasladaron sus retos en 1588.
Libreto de la catedral de san Basilio con un apunte de Kozlov del 11 de marzo de 1984 /
Diario de Kozlov del día 24 de abril de 1985 (borrado de los días posteriores)
Es en esta capilla donde tras interminables y fatídicos intentos en 1985 Kozlov logra abrir a escondidas el sepulcro de Vasili, donde encuentra esta tablilla de procedencia incierta.
El descubrimiento lo impresiona y asusta sobradamente hasta el punto de dudar de su credibilidad. Una tablilla policromada, semejante a las imágenes existentes de los iconos rusos, Virgen de Vladimir, pero esta con unos seres que poco recuerdan a la Virgen y el niño Jesús.
Tabla de Kozlov "Virgen de la ternura del 68.000.000 a.C."
Tras ser interrogado y acusado por la iglesia es luego condenado por el gobierno ruso. Es desde la cárcel donde intenta hacer público su descubrimiento sin mucho éxito y desacreditado por los altos poderes. Por lo que envía a escondidas y bajo un seudónimo su descubrimiento a buen recaudo.
Después de exhaustivos análisis de datación la prueba del carbono 14 nos lo ubica entre 70 millones y 65 millones antes de Cristo.
Fragmento del diario de Kozlov del 15 y 16 de marzo de 1994
escrito en alguna prisión Rusa
Según el propio Kozlov es muy probable que no sea la única tablilla encontrada y posteriormente ocultada, ya que es muy evidente la copia y apropiación de estas imágenes por la iglesia. El mismo levanta al aire nuevas preguntas que aún siguen sin ser contestadas, somos los dueños de nuestra cultura, cómo es posible tal conservación, esta nos pertenece, a quién y por qué le o les interesa que esto no se conozca…
Este descubrimiento hace tambalear tanto los cimientos de la historia del arte como la propia fe cristiana, por no hablar de lo traumático que es para la propia historia del ser humano. Es por esto que este descubrimiento ha sido tapado e intentado que fuese eliminado de la historia de la humanidad. Tal actitud no debe sorprendernos. No es nueva ni exclusiva de la propia humanidad, que se ve a sí misma como centro del universo y que frente al surgir de lo que pueda ser un nuevo hallazgo o descubrimiento estos son acallados por el poder presente en el momento y lugar, ocultando bajo un falso velo de misticismo todas estas evidencias. Lo triste es que continúe existiendo en estos casos quien recurre al descrédito y al aborrecimiento en aras de ocultar la verdad o de obtener algún logro siendo noticia, apostando a que no hay memoria, registros ni, mucho menos, testigos de los hechos.