Ray y Diana jugando con algunos de sus muñecos
En 1959, Ray se mudó a Londres, donde residiría el resto de su vida y dos años más tarde se casó con Diana Livingstone que, como recuerda el fotógrafo John Cabrera [1], era nieta del famoso Doctor Livingstone, supongo. Desde su llegada a Inglaterra, Arthur Hayward, preparador de exposiciones para el Museo Británico de Historia Natural, asesoró a Harryhausen en diversos filmes.
Hammer Films fue fundada en 1932 por Will Hinds –que usaba como actor de vodevil el pseudónimo de “Hammer”- y el español Enrique Carreras, propietario de una cadena de cines en Inglaterra, que había llegado a montar su propia distribuidora en los años 20, Exclusive Films. Michael Carreras, hijo de Enrique, produjo en 1966
One Million Years B.C., a la que dedicamos
uno de los primeros posts del blog, remake de
One Million B.C. de Hal Roach, al que se compraron los derechos y que hace de coproductor junto a Aida Young, que también produjo para Hammer
When Dinosaurs Rule the Earth [2] (1970, Val Guest), que impidió al citado John Cabrera trabajar con Hitchcock [3], y donde se reutilizaron los escenarios y disfraces de
One Million Years B.C., como en
Prehistoric Women (1967 –originalmente lanzada como
Slave Girls-), dirigida por Michael Carreras, que también firmó
The lost Continent (1968) y escribió el guión de
Creatures the World Forgot (1971, Don Chaffey); salvo en el filme de Guest, en ninguna de estas películas hay dinosaurios.
A Ray le llevó nueve meses completar los efectos especiales de One Million Years B.C. Gracias a su relación con Hayward, pudo examinar los fósiles que albergaba el museo [4], por lo que sus maquetas resultaron mucho más correctas que las que hizo para Animal World. Ray guardaba un recuerdo agradable de las islas afortunadas [5]. Algunas de las panorámicas insulares fueron reutilizadas en las producciones de Hammer Films When Dinosaurs ruled the Earth y The lost Continent. En cuanto a otros atractivos del filme, aunque Raquel Welch había participado en televisión y en varias películas, será One Million Years B.C. la que la lance a la fama como sex-symbol, aunque recuerda haber pasado algo de fresco con aquel atuendo tan escueto por mucho que se eligieran las Canarias para rodar, lo que acabó derivando en unas amigdalitis.
En 1962 había fallecido Willis O’Brien, y Harryhausen, que se siente en deuda con él, decide dar a conocer al mundo su proyecto de los 40 Valley of the Mist, cuyo guión y storyboards originales había atesorado durante muchos años, en tanto la adaptación de 1956 de Edward Nassour e Ismael Rodríguez The Beast of Hollow Mountain no le hacía justicia. En 1967 Charles H.Schneer compró los derechos del filme a Forest Park Productions, a quienes habían ido a parar con el tiempo.
Llegado como localizador de rodajes a Dénia, donde se quedaría hasta su fallecimiento en 2014, poco después de recibir la medalla de la ciudad, John Cabrera fue el responsable de que El valle de Gwangi se rodara en España... aunque, según los créditos iniciales, Gwangi está ambientada “en algún lugar al Sur de Río Grande”. No se nos ocurre nadie mejor que él para presentarnos el filme:
“Para completar el ajetreado 1969, el productor Charles H. Schneer produce El valle Gwangi dirigida por Jim O’Connolly. La dirección de producción fue de Miguel Gil y la artística del gran Gil Parrondo, con la Fotografía de Erwin Hillier en primera unidad y yo en la segunda. Esta fue una de las grandes producciones con efectos a cargo del más grande, Ray Harryhausen autor con enorme talento de maravillosos efectos con los que conseguía levantar admiración empleando con maestría la técnica del stop-motion, en películas como Hace un millón de años.
Las localizaciones para El valle de Gwangi fueron en España, Cabo de Gata, el desierto de Tabernas en Almería y la Ciudad Encantada de Cuenca.” [6]
Sobre este último lugar, nos aclara las razones que le movieron a su elección en un comentario que acompaña a una de las fotografías que realizó durante la tarea de localización de exteriores: “Era un lugar extraño, como si la bomba atómica hubiera explotado allí.”
Gwangi, en la Ciudad Encantada
William E. Bast (1931-2015), que retomaría esta historia con Julian Moore y Harryhausen, fue compañero de habitación –y posiblemente algo más- de James Dean en la escuela de arte dramático, y destacó sobre todo como guionista de televisión. El director, el británico Jim O’Connolly (1926-86), es conocido como productor asociado de muchas películas de serie “B” de los 60, como
Konga (1961, John Lemont), claro homenaje a
King Kong –y cerramos el círculo, volviendo a O’Brien- que protagoniza un chimpancé transformado en gorila por un suero y que
Steve Ditko adaptó a viñetas en Charlton Comics poco antes de crear a
Spiderman con
Stan Lee.
Konga jugando al pilla-pilla con un terópodo, por Steve Ditko
En la dirección artística encontramos al asturiano Gil Parrondo (1921-2016), primer español en conquistar el óscar, y no una sino dos veces seguidas, por Patton (1970) y Nicolás y Alejandra (1971), ambas dirigidas por Franklin J.Schaffner en España. Y en cuanto al reparto, James Franciscus (1934-91) era un actor de televisión que al año del estreno de Gwangi protagonizaría Regreso al planeta de los simios, mientras la vida de Gila Golan (1940) es de auténtico culebrón: abandonada en las calles de Cracovia al terminar la II Guerra Mundial, fue adoptada y educada en un internado francés aunque acabó creciendo en un kibutz en Ramar Hadar, en Israel, donde conquistó la corona de Miss Israel, puesto desde el que compitió por la de Miss Mundo, durante cuya competición conoció en Londres al productor de Columbia William Cohan, que se la llevó a Hollywood.
Gwangi no sería desde luego un T.Rex (ya que tiene tres dedos en las manos), pero tampoco un alosaurio (las grandes dimensiones de la cabeza apuntan a un híbrido entre ambos terópodos), y en ningún momento se le denomina así, sino tan sólo “bestia”, “gran lagarto”, “lagarto de dos toneladas” o “maravilla viviente de la era prehistórica”, mientras al resto de seres antediluvianos sí se les da nombres más específicos (salvo al ornitomimo, llamado “avestruz desplumada” por Rowdy).
Gwangi será uno de los primeros exponentes de la “Dinosaur Renaissance”, en tanto su papel en la película no es el de una bestia estúpida sino más bien al contrario:
“Estas escenas acentúan aún más la personalidad del saurio central, demostrando a la audiencia que es más un animal inteligente que un lagarto gigante, en la medida en que se puede considerar que un dinosaurio es capaz de razonar. Cuando observa el cuerpo del reptil volador con gruñidos y movimientos laterales de la cabeza, que incluyen empujar con la punta de la nariz y mordisquear esta potencial fuente de alimento durante el examen, existe la sensación inequívoca de que un proceso mental está teniendo lugar. Acompañados de un golpeteo de la cola cuando está situado junto al cadáver, aparentemente agitado al sentir que hay algo cerca al acecho, estos matices dan la caracterización vital necesaria para individualizar una figura no antropomórfica en un papel tan primario.” [7].
Como explica el primer especialista español en influencia dinosauriana sobre la cultura popular, José Luis Sanz, en la entrevista que abre el
capítulo piloto del podcast de Koprolitos, el poco éxito del filme (para el paleontólogo, “
una de las mejores películas de dinosaurios que se han hecho nunca”) se debió a la mala distribución y escaso marketing de la productora. Es interesante también su observación de que, aunque mantiene otros lugares comunes en las películas de dinosaurios, se trata de un caso único en tanto la aparición del dinosaurio en nuestro tiempo no sólo transgrede el orden natural de las cosas, sino también el sobrenatural, al ser identificado por la gitana como encarnación del mal y, en consecuencia, aunque sus creadores tal vez no fueran conscientes de ello o, al menos, no lo manifiestan al ser entrevistados, debe ser purificado ardiendo en la catedral de Cuenca, como si fuera un hereje.
Gwangi, llegando tarde a misa
Aunque no contiene dinosaurios, sí hay un animal prehistórico extinto (un dientes de sable) en
Simbad y el ojo del tigre (1977), de la que ya te hemos hablado
aquí. Harryhausen se retiró tras su siguiente película,
Choque de titanes (1981), tras haber rodado 16 películas; siete de ellas en España.
Desde este blog quisimos dedicarle un
breve obituario cuando supimos de su desaparición, pero lo cierto es que reconocimiento no le faltó: Recibió el Premio Gordon E. Sawyer de la Academia en 1992, obtuvo su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood en 2003, el primer Science Fiction Hall of Fame no literario en 2005, el Premio Wagner de la British Fantasy Society en 2008 o un BAFTA honorario en 2010, cuando el principal cine de Sony Digital Productions fue bautizado con su nombre. En 1990, John Walsh dirigió el documental
Ray Harryhausen: Movement into Life, al que seguirá la producción para Blue-Ray
Ray Harryhausen: Special Effects Titan (2013) de la Fundación Ray & Diana Harryhausen (1986), que ha montado espectaculares exposiciones de su obra en estos últimos años: no te pierdas la próxima, por su centenario, que tendrá lugar en verano de 2020 en la Scottish National Gallery of Modern Art (Edimburgo) y la Fundación anuncia como la mayor que haya organizado.
Si vas, acércate también por el National Museum of Scotland, donde podrás ver unos cuantos esqueletos de dinosaurio. Para ilustrar la afición de la ciudad a la paleontología baste decir que, este mismo verano, el Centro Comercial West Lothian albergó varios dinosaurios animatrónicos, el Pleasance Courtyard presentó la obra de teatro infantil “Captain Flinn and the Pirate Dinosaurs” y, en el Edimburg Festival Fringe, el locutor y biólogo Ben Garrod presentó el show interactivo “So you think you know about dinosaurs”. Por cierto, un equipo de paleontólogos que incluye a algunos investigadores de Edimburgo, dirigidos por el norteamericano Sterling Nesbitt, acaba de presentar a
Suskityrannus hazelae, “
el primo pequeño del T.Rex”.
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[1] “Con Ray hice gran amistad, estaba casado con Diana Livingstone, nieta del famoso descubridor de las cataratas Victoria, David Livingstone. En Londres me invitó a cenar a su casa de Baker Street, donde se localiza en la ficción la dirección del famoso detective Sherlock Holmes, un lujoso barrio de la capital inglesa. Allí admiré algunos de los recuerdos del famoso explorador que su nieta conservaba.” Ballesta, Enrique y Matellano, Víctor (2015) “Conversaciones con John Cabrera”, en Localizando el Hollywood español, Pigmalión.
[2] Como Harryhausen estaba ocupado en Gwangi, Hammer contrató para la animación a Jim Danforth (1940), cuyos efectos especiales en esta película son considerados un hito en el avance hacia el realismo de la stop-motion. En 1981, Danforth colaboraría con Harryhausen en Clash of the Titans y volvió a diseñar dinosaurios –animados por David Allen, Randy Cook y Pete Kleinow- en Cavernícola, para lucimiento del exBeatle Ringo Starr.
[3] “A finales de este año de 1969, recibí la llamada de mi amigo Jack Hildyard, que se encontraba en Dinamarca, para pedirme que fuese como segunda unidad en el rodaje de Topaz película estadounidense, dirigida por el gran Alfred Hitchcock, pero no pude aceptar. Lo lamenté mucho porque se trataba de trabajar de nuevo con el maestro Hitchcock, pero ya tenía firmado y comprometido el siguiente rodaje como director de la segunda unidad en Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra. La película fue producida por Hammer Films con la dirección de Val Guest, fotografía de Dick Bush y música de Mario Nascimbene. Los paisajes de la Tierra durante el Cuaternario, fueron filmados en lugares como la playa de Maspalomas, Montaña Ansite, Amurga y la Caldera de Tejeda de Gran Canaria y Fuerteventura (Islas Canarias). Para los efectos especiales, Hammer Films contrató a Jim Danforth que realizó un gran trabajo con la animación de los dinosaurios, considerado un referente en la credibilidad de animación el trabajo en esta película le valió ser nominado al Oscar. Pero lo cierto es que perdí la oportunidad de trabajar en una de las películas importantes de Alfred Hitchcock.” Ballesta, Enrique y Matellano, Víctor (2015) Op.Cit.
[4] “Empezó a coleccionar fotografías del Museo de Historia Natural de Nueva York y basó las estructuras de sus maquetas en los esqueletos del Museo Británico de Historia Natural. Llegó a construir ocho modelos.” (trad.propia) Webber, R.P. (2004) The Dinosaur Films of Ray Harryhausen, Mc Farlane & Co.
[5] “De hecho, vivíamos en un hotel, no hicimos vivacs en las cumbres formadas por las corrientes de lava. Teníamos cuartos muy confortables en un Parador Nacional” (trad.propia). Este “Spanish Parador hotel” estaba muy cerca de donde se realizó gran parte del rodaje en Tenerife. Afortunadamente para el animador, la primera localización barajada por el productor Michael Carreras, Islandia, fue descartada. Webber, R.P. (2004) Op.Cit.
[6] Ballesta, Enrique y Matellano, Víctor (2015) Op.Cit.
[7] Webber, R.P. (2004) Op.Cit.