El mayor éxito de O’Brien, King Kong (1933, Ernst B. Schoedsack y Merian C. Cooper [1]), llegó tal vez en el peor momento de su vida: su exmujer mató a sus dos hijos y luego trató de suicidarse. El mito de la bella y la bestia es revisitado en la famosa historia del gorila gigante cuyo amor fatal por una mujer le cuesta viajar enjaulado a Nueva York, donde acaba sus días abatido por la aviación encaramado a la cúspide del Empire State. Las maquetas de Obie y Delgado alcanzan nuevas cotas de perfección y la respuesta de público y crítica fue apabullante [2], estrenándose ese mismo año la muy inferior secuela Son of Kong, con animación a cargo de O’Brien Buzz Gibson, ayudante de O’Brien, que planeó otras, como King Kong vs. Frankenstein, que se vendió bajo el título King Kong vs. Prometheus a los nipones estudios Toho [3], siendo el germen del cine kaiju. Pero no sólo en Japón llega a nuestros días la estela de King Kong, objeto de numerosos remakes y secuelas [4].
Kong, rey de la Isla de la Calavera, haciendo sus pinitos como ortodoncista
Otros proyectos que Obie no llegó a materializar fueron War Eagles (1939), cuyo título hace referencia a las gigantescas águilas prehistóricas que harían de montura para guerreros normandos que combaten contra los nazis, y que frustró el comienzo de la Guerra, o Valley of the Mist (1941), ambientada en un valle perdido en el desierto de México donde unos cowboys capturan a un alosaurio, proyecto que O’Brien vendió a Colonial Pictures e iba a rodarse en el Gran Cañón, en Arizona, aunque acabará siendo materializado en Cuenca, como veremos.
David Conover y Philip J.Riley han dedicado un ensayo completo al proyecto de Águilas de Guerra
Respecto a la Colonial, fundada por John Speaks (1896-1965) –la fecha de defunción aclara que jamás supo que su proyecto vio finalmente la luz-, es la responsable del trasvase a la gran pantalla del cómic Little Orphan Annie en 1938, dirigido por Ben Holmes y protagonizado por Ann Gillis, voz de Falina en Bambi seis años después y que en los 60 participó en la serie de televisión El Santo o el filme de culto de Kubrick 2001, a Space Odissey (1968).
Y según Mark F.Berry [5], el reparto original de Gwangi en los 40 incluía a Anne Shirley y James Craig, mientras la historia es obra de Emily Barrye y Harold Lamb.
Emily (1895-1957) y Harold (1892-1962) habían escrito el guión de Las cruzadas (1935) para Cecil B. De Mille. Barrye fue también actriz. Historiador y biógrafo de personajes históricos, Lamb escribió varias novelas de mundos perdidos –aunque sin dinosaurios-, como Marching Sands (sobre una ciudad oculta con cruzados en medio del Gobi) o A Garden to the Eastward (sobre una tribu que habita en un volcán del Kurdistán) y Robert E.Howard le tenía por uno de sus escritores favoritos.
La bestia de la montaña hueca
Según Roy P.Webber [6], la cancelación de la producción a comienzos de 1942 se debió a las restricciones bélicas y un cambio abrupto en la estructura ejecutiva de RKO, la productora que financió el proyecto, algunas de cuyas ideas fueron usadas
Mighty Joe Young o la coproducción charro-yanqui
The Beast of Hollow Mountain (1956, Edward Nassour e Ismael Rogríguez), en la que se reutilizó el armazón que iba a dar vida a
Gwangi. Las –rudimentarias- animaciones y efectos especiales de este filme fueron obra de Nassour, Jack Rabin, Henry Sharp y Louis de Witt.
Storyboard de Obie publicado en Cinefex #7 (1982)
Ray Harryhausen, al que O’Brien entregó una copia del guión y storyboards de Valley of the Mist que éste guardó durante muchos años, recuperará el proyecto inicial tras la muerte de su mentor como El valle de Gwangi. Recuerda Harryhausen, en relación con la producción abortada en 1942: “No sé si se llegó a fotografíar algo de metraje. O’Brien tenía muchas pinturas en cristal durante la preproducción. Pude ver seis de ellas en su oficina. Marcel Delgado había hecho un precioso alosaurio articulado para la película. Recuerdo que la piel tenía una maravillosa textura, pero no estaba pintado [7].”
Escena del rodaje de El mundo animal
Otra película a la que ya hemos dedicado un post es
Animal World (1956), de Irwin Allen [8] (1916-91), que en 1960 realizó un
remake de
The Lost World para el que volvió a contratarse a O’Brien como supervisor de efectos especiales, con el único objeto de usar su nombre como reclamo ya que no realizó animación alguna, pues los dinosaurios eran lagartos, iguanas o caimanes disfrazados. En
Animal World, Obie supervisó los diez minutos de animaciones de su discípulo Ray Harryhausen, cuyo monográfico seguirá al que estás leyendo, y allí dedicaremos algo más de atención tanto a este filme como a
The Beast from 20,000 Fathoms (1953), en la que Ray animó a un dinosaurio mutante para Eugène Lourié. Animado por el éxito conseguido, Lourié dirigió la similar
The Giant Behemoth (1959), con animaciones de Obie, que tuvo que lidiar con un presupuesto muy bajo, por lo que no pudo lucirse demasiado.
En 1962 terminó el recorrido vital de Willis O’Brien, lo que nos privó de muchas otras potenciales películas de dinosaurios. Si alguien ha mantenido vivo su legado, sin duda, éste ha sido Ray Harryhausen (puedes verlo
aquí,
aquí y
aquí).
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[1] Cooper (1893-1973) y Schoedsack (1893-1979) eran documentalistas que habían rodado alguna película de ficción, como Las cuatro plumas (1929), con la protagonista de King Kong, Fay Wray. David O’Selznick les protegió dentro de RKO, y luego fundaron Argosy Pictures con John Ford, donde produjeron algunos clásicos. Cooper recibió un óscar especial por sus innovaciones, siendo el primero en comercializar el cinerama. Schoedsack dirigió otro filme con animación de O’Brien –y su protegido, Ray Harryhausen-, Mighty Joe Young (1949), que obtuvo la estatuilla a los mejores efectos especiales.
[2] “Tan excepcional acogida ha recibido en las nuevas generaciones, que forma parte, con otros privilegiados –Charlot, Marilyn, Garbo y Bogart- de la corte de máximos fetiches culturales producidos por el cine e identificados con él. En su momento ‘King Kong’, producida por Merian C.Cooper y Ernest B. Schoedsack, fue la película que en mayor medida contribuyó a la salvación económica de la RKO”
[3] La materializó Ishirô Honda (1911-93) en King Kong vs. Godzilla (1962) y Frankenstein vs. the Subterranean monster Baragon (1965), conocida en USA como Frankenstein Conquers the World. Padre de Gojira(1954), Honda dirigió también King Kong escapa(1967), en la que el gorila lucha con un mecha simiesco. Pero los efectos de Eiji Tsuburaya (1901-70) para estas películas no tienen nada que ver con la stop-motion de O’Brien, ya que el monstruo suele ser un actor disfrazado.
[4] Dino De Laurentis produjo un remake de King Kongen 1976, con Jeff Bridges y Jessica Lange, que ganó el óscar a los efectos especiales y tuvo una secuela en 1986 en la que el gorila gigante es operado a corazón abierto tras su caída del World Trade Center, se empareja y tiene un hijo... Peter Jackson dirigió un nuevo remake en 2005 que conquistó tres estatuillas y en 2017 Jordan Vogt-Roberts reinicia la historia en Kong: La isla de la calavera. También se produjeron series -The King Kong show (1966), Kong: The animated Series (2000)- y películas de dibujos animados: The mighty Kong(1988), Kong: King of Atlantis(2005), Kong: Return to the Jungle(2006).
[5] Berry, M.F. (2002) The Dinosaur Filmography, Mc Farlane & Co.
[6] Webber, R.P. (2004) The Dinosaur Films of Ray Harryhausen, Mc Farlane & Co.
[7] Archer, Steve (1993) Willis O’Brien: Special Effects Genius, McFarland Publishing.
[8] Conocido por los filmes catastróficos El coloso en llamas (1974) o La aventura del Poseidón (1972), así como series de ciencia-ficción de televisión como The Time Tunnel (1966), en cuyo episodio 24 los protagonistas viajan un millón de años atrás en el tiempo y se reutilizan escenas de The Lost World de Allen, o Lost in Space (1965), inspirada en el cómic de Gold Key Space Family Robinson (1962, guión Del Connell y luego Gaylord Dubois/Dan Spiegle), cuyas desventuras llevan a planetas similares a la Tierra durante el Mesozoico; a su vez, de Lost in Space procedían los trogloditas de It’s about time, que Spiegle adaptó para la misma editora en 1966.